Que felicidad me produce la “dulce espontaneidad” de los niños. Ellos ven el mundo como yo quisiera volver a vivirlo. Sin complicaciones, siempre alegres e inocentes. Cuya única responsabilidad es jugar y ser felices.
Todo lo ven lindo, siempre con buena actitud, te regalan un sonrisa como el sol nos regala sus rayos, como el viento su melodía, la lluvia su aroma, las montañas su majestuosidad, etc. Ellos todo lo solucionan mirándote a los ojos sonriendo. Y sobre todo son capaces de diseñar el regalo más hermoso que jamás pensaste recibir.
Hoy quiero compartir con ustedes, mis lectores, el hermoso regalo que me hizo Fernando (5 años), me ha hecho un árbol. Trabajó con sus manos, con su creatividad y claro con un poco de ayuda. Recolectó hojas y ramas en la plaza mientras jugaba, al llegar a casa se pone a trabajar en la ejecución de su proyecto…hacer un hermoso árbol, el que ha depositado en un floreo junto a otras plantas en el balcón. Y ahora cada vez que lo miro recuerdo el día que lo hizo y el balcón se viste de alegría al recordar ese momento.
Este detalle me ha parecido uno de los regalos más lindo que he recibido y sin duda uno de los más costosos, pues fue hecho por dulces manos, con imaginación y creatividad que no debemos perder nunca y sobre todo es una pieza única, es un regalo exclusivo, pues sólo hay uno…el que hizo Fernando.
¿Será hoy el día de tu regalo?
Clo
