La Concertación critica una cierta actitud fría hacia Argentina, Brasil y en general al Mercosur, UNASUR, ALBA y otras creaciones inoperantes a que son tan aficionados los latinoamericanos y que en su lugar, se enfaticen nuestras relaciones con Asia/Pacífico, el acuerdo Transpacífico y ahora la Alianza del Pacífico con Perú, Colombia y México mas 18 países observadores.
Ante ese juicio subjetivo conviene reconocer algunos hechos objetivos importantes. En primer lugar, el eje del mundo cambió. Ya no está en torno al Mediterráneo/Atlántico como lo venía siendo desde tiempos inmemoriales, sino que ahora es la era del Pacífico. El acuerdo Asia/Pacífico está constituido por 21 países ribereños de nuestro océano en que habita el 40,5% de la población del mundo, genera el 54,2% del PIB y el 43,7% del comercio mundial. Son tan hermanos nuestros como lo son los ciudadanos de cualquiera otra nación del mundo. Su importancia es que sus tigres han sido pioneros en la apertura del comercio junto con Chile y que ha traído una prosperidad inimaginable en el siglo XX. Hoy son lejos nuestros principales socios comerciales. De los casi 50 tratados de libre comercio vigentes, la mitad corresponde a nuestros socios del Pacífico en que la libertad de comercio está siendo seguida de otros relevantes acuerdos como eliminación de doble tributación a la libre circulación del capital, eliminación de barreras para-arancelarias, reconocimiento del derechos de propiedad intelectual e industrial, etc.
Cuando miramos a nuestras espaldas vemos un panorama desolador. De Venezuela ni hablar. Brasil y Argentina practican un autarquismo pasado de moda que inhibe su crecimiento. Sus aranceles van del 30% al 60% cuando los nuestros son inferiores al 1%. Crecen a una menor velocidad que los de nuestra Alianza del Pacífico. En tamaño la Alianza es casi igual a Argentina más Brasil, pero su desempeño en cuanto a resultados, bienestar, los superamos ampliamente. Nuestras economías son pro mercado en tanto que la de ellos sufre de una ineficiente protección e injerencia estatal arbitraria. Nuestra experiencia con Argentina ha sido mala. Desconocieron el convenio sobre el gas natural, desterraron a la Enap, están continuamente atrasados en los pagos, fijan autoritariamente los precios en medio de una inflación del 25% anual, un trato vejatorio a LanChile, etc. y en general se endeudan con todo el mundo a los que llaman buitres cuando les cobran. Hay una corrupción inaceptable. El caso de Brasil ha sido menos dramático, pero nuestro comercio no crece como ocurre con otros países debido a los aranceles prohibitivos (60% para los vinos chilenos) que es el resultado de la protección a su industria local. Con esos antecedentes Chile no se asoció con el Mercosur porque habríamos sufrido un importante costo de bienestar y honorabilidad.
Esperamos que el nuevo gobierno continúe en este camino.
Javier Fuenzalida A.
Profesor U. Finis Terrae