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¿Cuál Desigualdad?

columnista5

No hay igualdad absoluta entre las personas. La hay en cuanto a las oportunidades garantizadas por la ley, pero su goce depende de los medios y el esfuerzo desplegado para ello. El resultado es toda una gama de individuos que van desde los más indigentes a los más ricos y que los economistas agrupan por tramos de rentas, la distribución personal del ingreso.
Por otra parte, la sociedad estima que no debe existir una extrema desigualdad, por lo que debe destinarse parte de los recursos del país, sea a título individual (caridad, donaciones, voluntariados) o por medio del Estado que extrae impuestos destinados a asistir a los pobres e indigentes y a la clase media emergente. El gasto estatal en subsidios en dinero o en especie, vivienda y otros no generan una mejor distribución de la renta sino que la hacen más llevadera. En cambio los programas educacionales, capacitación, salud preventiva permite aumentar la productividad humana y en consecuencia, mayores ingresos permitiendo a pobres e indigentes salir del estado de pobreza por sus propios medios.
¿Cuántos recursos hay que destinar? Dependiendo de cuán desigual es nuestra población. Durante largo tiempo en que el ingreso real del país más que se cuadruplicó, la distribución del ingreso, medida por el coeficiente Gini, mejoró desde un nivel 0.56 en 1996 a 0.50 actual, muy poco, lo que nos situaría a la cola de los países latinoamericanos y del mundo. Sin embargo un estudio de los economistas Galetovic, Raddatz y Engel de 1998, indica que cuando el gasto social se asigna como corresponde a los varios tramos de la distribución de esa renta, la diferencia de ingresos entre el quintil más rico y el más pobre baja de 18.1 a 13.4. Las políticas fueron numéricamente efectivas aunque no lo suficiente. Por otra parte, el economista David Bravo en 2011 demostró que había fallas metodológicas en las mediciones que sobrestimaban la renta del quintil más rico y subestimaban las del quintil más pobre, de modo que el coeficiente Gini correcto es 0.488 y no 0.522. Si al estudio de Bravo le siguiera otro como el de Galetovic, Raddatz y Engel, es probable que la verdadera distribución indicaría un Gini del orden de 0.45, situando a Chile entre los países con la distribución más pareja del continente y acercándose al de algunos países desarrollados de la OECD.
La discusión debiera centrarse en tres campos. Uno, nuestro sistema tributario, abundante en exenciones, y que como demostró Galetovic, Raddatz y Engel, es regresivo. Dos, el gasto público ineficiente. ¿Valoran los pobres los subsidios en especie del gobierno (vivienda, educación y salud)? y tres, la urgente necesidad de reformar el sistema de capacitación que, como lo demuestra un estudio del Ministerio del Trabajo, no genera aumentos de ingresos a los capacitados.

 

 

Javier Fuenzalida A.,

Profesor, Universidad Finis Terrae

 

 

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