Proyecto pionero está utilizando la tecnología del terroir sonoro como herramienta de maduración, envejecimiento, diferenciación y marketing para la oferta vitivinícola del sur del país.
Los primeros vinos nacionales elaborados con una tecnología que utiliza la música como herramienta clave del proceso de envejecimiento y maduración, se están elaborando en la Región del Biobío en el marco de un proyecto que cuenta con el apoyo de la Fundación para la Innovación Agraria (FIA) del Ministerio de Agricultura.
La iniciativa que ejecuta —en la zona de Ñuble— Viñas Inéditas del enólogo Juan José Ledesma, está desarrollando un método, para vinos finos, basado en la influencia de las vibraciones de la música sobre el comportamiento de sus componentes fisicoquímicos, de manera tal que represente un factor de diferenciación con respecto a aquella oferta no sometida a este tratamiento.
“Los vinos nacionales son relativamente uniformes, basados en pocas variedades, suelos y climas y con técnicas de vinificación y guarda bastante estándar. Esto representa un problema competitivo para cualquier viña, pero es especialmente complicado para los productores pequeños, para quienes su visibilidad ante los consumidores es difícil o casi imposible”, destaca Ledesma.
Esta tecnología actúa desarrollando, para cada vino, un perfil musical acorde a sus características organolépticas, el que es grabado en terreno y posteriormente reproducido mediante transductores electromagnéticos y/o
piezoeléctricos durante todo el período que se considera adecuado para la evolución del vino.
Las pistas musicales son creadas por Ledesma quien, además, es músico amateur de jazz y blues, lo que le ha permitido desarrollar las destrezas necesarias para transcribir en términos musicales las características organolépticas de un vino.
“Con este proyecto, revolucionario e innovador, buscamos darle acceso a las viñas más pequeñas a un mercado que consume vinos de calidad, diferentes y únicos. Así apuntamos a que estos productores aumenten su competitividad, en una industria que se caracteriza por la alta concentración en muy pocas marcas”, explica la ejecutiva de innovación de FIA y supervisora de la iniciativa, Loreto Burgos.
También a nivel local, la demanda por vinos premium —´cuyos valores fluctúan entre los US$20 y US$ 50 la botella— está en alza debido a una sofisticación del consumidor chileno que está dispuesto a pagar más por un producto de calidad y, sobre todo, diferente.
Se estima que el mercado de vinos premium representa alrededor del 17% de las ventas nacionales y un 4% en volumen, es decir 40 millones de litros. Viñas Inéditas pretende llegar a una participación de 0,5% de ese mercado.
Los primeros productos fueron evaluados organolépticamente, mediante una cata a ciegas, por un jurado profesional y otro amateur.
“En las pruebas descriptivas se detectaron diferencias entre los tratamientos y el control. Se percibe claramente que los vinos tratados con el sistema de terroir sonoro tienen perfiles aromáticos más complejos, pero se estima que pueden ser aún más notables en un periodo prolongado de guarda. La idea, entonces, es volver a evaluar en seis meses más”, explicó Ledesma.
Estos resultados serán publicados en la prestigiosa revista inglesa Wine Searcher.
El plan de trabajo del proyecto es embotellar el vino y validarlos en el mercado, incluyendo una copia de la banda sonora para ser escuchada por el consumidor durante la degustación. La idea es comercializar estos vinos como los únicos en el mundo producidos con terroir sonoro.
Experiencia creativa
Entre los factores que influyen en la apreciación de vinos están la luz, los olores ambientales, la tranquilidad y el estado de ánimo.
Estudios internacionales, han establecido que la percepción de las características notables del vino se incrementan en al menos 46% con la música. Así una publicación de Heriot Watt University concluyó que melodías intensas combinan con vinos estructurados y complejos y músicas refrescantes con cepajes como el Chardonnay.
Otra investigación, de Journal of Food Composition relaciona la presencia de ondas sonoras audibles, como de ultrasonido, con un envejecimiento acelerado en los vinos tintos, incrementando los niveles de los compuestos típicos del envejecimiento (isoamyl y propanol) y modificando la refracción del color.
A nivel internacional, la compañía alemana Sonorwines desarrolló una técnica de aplicación de ondas sonoras de piezas de compositores consagrados sobre los vinos en fermentación, para lograr un mejor desempeño de los microorganismos.
En Chile, viña Montes ha incursionado en este tema, envejeciendo sus vinos en presencia de música monástica.
En ninguno de estos casos se compone la música específicamente para un vino determinado, es decir, ninguno se desarrolla en su propio terroir sonoro, que es la innovación del proyecto cofinanciado por FIA.
“Esto representa una potente herramienta de diferenciación con respecto a los vinos convencionales; se trata de un producto elaborado en un círculo de creatividad y arte que se retro alimenta a sí mismo. Al servir una copa y reproducir la música, el consumidor comparte la experiencia creativa del enólogo, los músicos y la naturaleza. Esta herramienta permitirá hacer visibles los vinos de la región del sur”, afirma Ledesma.
En esta etapa piloto, la empresa está trabajando con partidas de vino provenientes de terroirs que van desde Maule interior hasta San Rosendo. Todos ellos fueron envejecidos —en una bodega en el sector de Cato, Coihueco— en barricas de roble europeo durante un mínimo de 6 meses, tiempo en el que fueron expuestos a vibraciones sonoras a través de transductores piezoeléctricos y electromagnéticos inmersos en las barricas.
Las vibraciones son originadas en equipos de reproducción digital y corresponden a piezas musicales específicamente compuestas, para cada tipo de vino, de acuerdo a los lineamientos y perfil definidos por el enólogo coordinador.
Músicos especialmente contratados para este efecto improvisaron sobre la idea original y registraron esta banda sonora para su uso en el envejecimiento del vino y finalmente, a nivel de consumidor.