El nuevo gobierno sigue pisando huevos. Esta semana nuevamente produjo otro episodio censurable. Muñoz, ministro de Relaciones Exteriores, en desafortunadas declaraciones en Brasil, defendió al gobierno autocrático de Venezuela argumentando que fue elegido democráticamente. Vale la pena explicarle que ha habido gobiernos también elegidos democráticamente, pero una vez instalados en el poder, le dieron la espalda al pueblo: Mussolini, Hitler, Perón, Chávez, etc. La democracia no solo consiste en elecciones libre. Hay que practicarla. Los estatutos de los organismos internacionales a los que pertenecemos son claros respecto de los deberes democráticos:
”Ofrecer al hombre una tierra de libertad”.
“un régimen de libertad individual y de justicia social fundada en los derechos esenciales del hombre”.
“El respeto de los derechos de la persona humana y los principios de la moral universal”.
“La Comisión Interamericana de Derechos Humanos tendrá como función principal la de promover la observancia y defensa de los derechos humanos”.
Cuando ingresamos a ellas firmamos tratados que tienen fuerza de ley y acordamos mecanismos para resolver las controversias que puedan suscitarse al interpretar los acuerdos y la conducta de sus miembros. Si un país falta o viola los estatutos sus consocios tienen pleno derecho a reunirse para tratar el caso y aplicar las sanciones que ameriten. Esto, porque al cometer una falta no nos está respetando.
La OEA expulsó a Cuba porque adoptó el marxismo suprimiendo la libertad e implantado una sangrienta tiranía incompatible con sus estatutos. De igual modo, marginó por un tiempo a Honduras por considerar que se apartaba de la democracia por la forma en que destituyó a su presidente. Su organismo encargado de velar por los derechos humanos ha juzgado en numerosas oportunidades a países cuyos gobiernos los han violado. El Mercosur suspendió a Paraguay por considerar que la destitución de su presidente se apartaba de las normas de ese organismo, aun cuando fue constitucional.
Maduro ha roto relaciones diplomáticas con Panamá porque convocó una reunión extraordinaria para tratar el caso de Venezuela, acusada de violar los 30 artículos del estatuto de los derechos humanos. No sabemos cuál fue el comportamiento inmaduro frente a las declaraciones adoptadas en igual sentido por nuestro parlamento. El secretario de la OEA, creyendo que la OEA es su feudo, declaró que mientras sea secretario no convocará a una reunión para debatir sobre la situación política de Venezuela. Fracasó, pero consiguió enmudecer a una representante del país acusado invitada por Panamá.
Chile debería secundar la posición panameña porque siendo miembro de la OEA, UNASUR Y CELAC, uno de sus consocios, Venezuela, está violando los estatutos de esas organizaciones, por lo tanto se ha puesto en contra de las mismas, conducta incompatible con la que todos sus socios han aceptado.
Javier Fuenzalida A.
Profesor, Universidad Finis Terrae
