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Rancagua y las áreas verdes

(columna)

Desde el año 2009 bajo el D.S N° 7 se declaró zona saturada por material particulado respirable 10, tanto en concentración anual y 24 horas a todo el valle central de la Región, en total fueron 17 comunas las que entraron en esta categoría, es decir un 78% de la población regional hasta esa fecha. Dicho instrumento tiene como objetivo que en un plazo de 10 años se tienen que cumplir y respetar las normativas de primera calidad.

Rancagua es una de las más afectadas debido a su posicionamiento geográfico respecto a las otras ciudades, donde también juega en contra ser la capital regional, ya que se concentran aquí todos los servicios importantes de la región, como también en densidad poblacional. Esto trae problemas como el constante aumento del flujo vehicular que saturan las calles del centro de Rancagua y en otras rutas viales, la masificación de la chimenea como elemento primario de calefacción en los hogares, expansión urbana sin una buena planificación territorial, ocupando suelos aptos para la agricultura, y tener en la cordillera a la mina subterránea más grande del mundo, que obviamente trae consecuencias en diversas áreas para varias comunas.

Todos estos problemas hace unas décadas atrás, era impensado. La calidad del aire de Rancagua, y en general de la Región, era muy buena. La gente que trabajaba en Santiago se sentía aliviada cuando regresaba a esta ciudad, sabía que estaría respirando un aire limpio, y era notorio casi al instante. La vista de la ciudad desde los miradores nos entregaba un panorama sin igual. En la actualidad, estamos peor que Santiago y la hermosa imagen se cambió por una capa gris gruesa, la ciudad está enferma y clama por ayuda.

Se elaboró y aprobó un plan de descontaminación atmosférica para la Región, que entrega diversas maneras de poder mitigar esta situación. Pero falta mucho para que este plan sea el adecuado, y esto es un error tanto a escala de Gobierno Regional como de los municipios que jamás se preocuparon por el tema ambiental, donde ahora dada las circunstancias comenzaron a realizar diversos “proyectos”, pero de bajo impacto social.

Aquí entra el tema de las áreas verdes, un concepto muy importante tanto para el desarrollo social de los habitantes, como también para la mantención y protección del medioambiente urbano. Rancagüa es la ciudad que concentra la mayor población regional, y que está continuamente expandiéndose hacia la periferia, ya que se encuentra conurbada en un sector con la comuna de Machalí, ocasionando un boom inmobiliario en dicho lugar. Con todo este progreso, las áreas verdes y de esparcimiento natural se han quedado estancadas. En la capital regional se cuenta con un parque (comunal) que -dado su estructura y tamaño- no da abasto para la población. Mucho pasto y pocos árboles, cuenta con una laguna artificial que no brinda un valor agregado, ya que se encuentra totalmente contaminada. Es uno de los pocos pulmones que tiene Rancagua para limpiar el aire, en conjunto con la cantidad de árboles que tiene la avenida principal (Alameda). Un parque que requiere urgente una buena re actualización y mejora.

Tenemos una política pública ambiental regional muy poco desarrollada, en donde urbanistas y arquitectos tienen un concepto errado en cómo crear parques o plazas. Basta sólo dar una vuelta por las poblaciones –sobre todo las nuevas- o el sector de ex Villa Cordillera y nos encontraremos con plazas que contienen algunos paños verdes, unos cuantos árboles en crecimiento inicial, donde el tipo tampoco brindará grandes sombras. Todo lo demás es “tierra” y un par de máquinas para hacer ejercicios o cemento. Esta política de crear espacios cafés más que verdes, muestra el despropósito de lo que deben ser las plazas o parques: un lugar con un pasto bien cuidado y extenso, con árboles frondosos que brinden sombra y calma durante el calor, donde el viento no sea sinónimo de ataque de polvo sino de relajo, una plaza de armas –plaza de los héroes- que en verano se hace insoportable. Falta con urgencia un análisis de cómo queremos las áreas verdes, sobre todo en un lugar que estamos respirando mal aire.

Hugo Amaya Carrasco,
Docente Área Prevención de Riesgos
Santo Tomás Rancagua

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