La Carta Encíclica Laudato Si (LS) de Francisco y que trata sobre el “Cuidado de la Casa común”, posee innumerables vetas por medio de las cuales se puede abordar su rico contenido tanto teológico, pastoral y sociopolítico. Es un mensaje dirigido a toda la humanidad, porque Francisco recuerda que “nosotros mismos somos tierra. Nuestro propio cuerpo está constituido por los elementos del planeta, su aire es el que nos da el aliento y su agua nos vivifica y restaura” (LS 2). Francisco sostiene que el actual panorama ecológico mundial afecta directamente al hombre, que ocurre una degradación tanto ambiental como humana, especialmente en los países del llamado Tercer Mundo. Mientras la tierra clama de dolor, los pobres también lo hacen, ya que son los primeros afectados por las consecuencias del daño al ambiente. Frente a esto, Francisco sostiene que debe lograrse un “auténtico desarrollo humano” (LS 5) el cual debe considerar necesariamente la dignidad de la persona, creada a imagen y semejanza de Dios (Cf. Gn 1,26-27), pero también el desarrollo debe afectar al “mundo natural y tener en cuenta la naturaleza de cada ser y su mutua conexión en un sistema ordenado” (LS 5). A partir de estos conceptos queremos repensar esto de construir como país una auténtica ecología humana, es decir, proponer un sistema ordenado que salvaguarde el desarrollo auténticamente humano el cual debe construirse desde determinadas condiciones sociales, políticas, económicas, culturales, educativas, religiosas, etc., condiciones que nos permitan hacer de Chile una sociedad en la que por medio de su conversación social nos exija un nuevo diálogo en vistas de una solidaridad ecológica que “incorpore el lugar peculiar del ser humano en este mundo y sus relaciones con la realidad que lo rodea” (LS 15).
Es interesante que tanto los problemas sociales como los ecológicos están mutuamente imbricados, es más, y siguiendo la palabra de Francisco, nosotros somos los causantes del daño que se le hace a la Casa común y a los que viven en ella. Así como se cometen pecados personales y sociales, Francisco afirma que también estamos cometiendo “pecados contra la creación” es más, “un crimen contra la naturaleza es un crimen contra nosotros mismos y un pecado contra Dios” (LS 8). Es por ello que en toma de conciencia sobre nuestra hora actual, hemos de identificar “las raíces éticas y espirituales de los problemas ambientales” (LS 9), de manera de comprender que cuando estamos hablando de ecología no sólo hacemos mención al cuidado del ambiente, sino que a todo lo que compone el ecosistema en el cual nos desarrollamos. ¿Cuáles son pues las causas de la crisis ecológica a nivel del ambiente natural y de lo humano?
En primer lugar Francisco habla de la “rapidación” (LS 18) para significar la vida acelerada que estamos llevando. Si antes se trabajaba para vivir hoy se vive para trabajar. Se ha puesto el tiempo laboral sobre el necesario tiempo de ocio tanto personal como familiar. Junto con la este primer concepto, el Papa menciona la llamada “cultura del descarte” (LS 22), la cual “afecta tanto a los seres humanos excluidos como a las cosas que rápidamente se convierten en basura” (LS 22). Otro concepto interesante utilizado por Francisco es el de “la pobreza del agua social” (LS 28), con el cual se menciona el que las fuentes de agua dulce no son distribuidas equitativamente o que las producciones mineras las ensucian afectando inmediatamente la salud de la población. Frente a estas situaciones, Francisco sostiene que “hay una general indiferencia ante estas tragedias (…) (hay) falta de reacciones ante estos dramas (…) (hay) pérdida de aquel sentido de responsabilidad por nuestros semejantes sobre el cual se funda toda sociedad civil” (LS 25). ¿Qué hacer? ¿Cómo construir entonces una auténtica ecología humana?
No es nuestra intención recetas mágicas para poder lograr los cambios estructurales que como país necesitamos. Sabemos que son muchos los problemas y conflictos sociales por los que atravesamos pero tampoco queremos ser profetas de desventura como sostuvo alguna vez Juan XXIII. A nuestro entender la principal clave de acción es la construcción comunitaria de un ethos solidario. Por ethos entendemos una forma de vida o de comportamiento que asumen los grupos humanos. El ethos que la auténtica ecología humana debe poseer se debe articular en una “ecología ambiental, económica y social” (LS 138). En el medio ambiente país, en sus estructuras y procesos, debe necesariamente asumirse como viga maestra de un real cambio sociopolítico una aproximación integral al combate de las desigualdades de tal manera de que los excluidos de la conversación nacional puedan volver a sentarse a la mesa común para que, empoderados de su rol de ciudadanos, puedan pensar e imaginar el país que sueñan. De la misma manera se debe escuchar la voz de las regiones que están sufriendo la tragedia de la destrucción de sus medios ambientes naturales de manera tal que esa naturaleza excluida pueda volver a tomar su auténtica belleza.
Francisco hacia el final de su Encíclica habla de que así como hay un patrimonio natural, “hay un patrimonio histórico, artístico y cultural” (LS 143). Ese patrimonio que es uno fundado en la memoria social y política de nuestras comunidades también está siendo amenazado. La riqueza cultural de nuestro pueblo es una de las herramientas más poderosas por medio de las cuales podemos construir una auténtica ecología humana, un ethos solidario que se transforme en una cultura de la solidaridad, una que sea aprendida en las salas de clases desde una democratización del saber, que sea idealizada por los jóvenes, principales marginados de la discusión social. Debe ser la memoria guardada por nuestros mayores, verdadera riqueza de los pueblos como los llama Francisco. Debe ser anunciada proféticamente por los creyentes. Debe finalmente haber una sed de participación política y cívica, un empoderamiento real y una discusión democrática y respetuosa, dialogante y justa, por medio de la cual y entre todos podamos construir una auténtica ecología humana.
Juan Pablo Espinosa Arce
Docente Santo Tomás Rancagua
