Por David Pérez Arce
El día de San Valentín es para celebrarlo en grande no sólo en parejas de enamorados, es la ocasión y gran oportunidad de expresar nuestro afecto y cariño, primero en la familia.
Nuestros padres, los hermanos y familiares directos que son los componentes de la familia, ese núcleo que es parte importante de nuestra convivencia diaria. Cada mañana, como prioridad, debiéramos saludar con cariño y hacer sentir lo importante que son en nuestra existencia.
No hacen falta los regalos, si hay la posibilidad de hacer entrega a cada uno de nuestros seres queridos, mucho mejor. Es suficiente, ese abrazo, el beso que se entrega con especial afecto y lo más importante, agradecer por lo que nos entregan cada día y la preocupación que sienten por atenderlos a diario, en una tarea que no tiene límites, pues la realizan todos los días.
Una manera de compensar toda esa muestra de afecto y cariño, es saludarlos mañana y dar las gracias al cielo que nos haya regalado a los seres queridos que tenemos a nuestro lado, que son una caja de ternura de la que disfrutamos que es posible, que en la vorágine diaria, no nos damos cuenta y no valoramos, que ellos nos entregan cada mañana un “día del amor” sin esperar nuestra recompensa.
