Por David Pérez Arce
El Ex Ministro del Interior y Ex Secretario General de la OEA, José Miguel Insulza, en un extenso artículo que se publicó en El Mercurio, con mucha sobriedad puntualiza:
“Unas declaraciones mías a La Segunda han provocado críticas y comentarios, que no se diferencian demasiado de lo que ya se va haciendo habitual. Por algún motivo, ciertos “defensores” de la libertad de expresión se sienten en el deber de condenar (no solo criticar) expresiones que no coinciden con las suyas. Y, además, lo hacen de manera superficial, leyendo solo titulares. Por eso empiezo por resumir lo que sigue:
Lo que afirmé y mantengo se resume en tres conceptos: 1) Pablo Longueira jugó un papel clave en momentos cruciales de la política chilena, en dos casos muy concretos en que actuó para defender la estabilidad del Estado Democrático, por sobre los intereses de su partido y su sector político; algunos en la derecha hablaban de desalojo y otros pedían del Presidente de la República; 2) No obstante, si es objeto de acusaciones, deberá responder por ellas, si así lo consideraran los Tribunales de Justicia; y 3) los antecedentes disponibles son comunicaciones con el principal ejecutivo de una empresa acerca de proyectos una de la ley, una de las cuales se habría producido cuando Longueira no era funcionario público, por lo que no está claro como esto pudiera constituir una falta punible”.
J.M. Insulza le responde, en este mismo artículo al rector Carlos Peña y recuerda los “escándalos de drogas en el Congreso en 1995; el clima de escándalo, que volvió el 2002, con el caso Coimas y el MOP-GATE”.
Nombra varios otros casos en los que se ha intentado enlodar a la clase política y cuyos resultados finales nunca se conocieron (¿…?)
