La Cámara de Diputados rechazó la norma de la agenda corta que busca establecer en Chile la posibilidad de que las policías puedan controlar la identidad de cualquier ciudadano, bajo cualquier circunstancia: El llamado control preventivo de identidad.
Permítanme argumentar sobre la peligrosidad de la medida y su escasa eficacia en algunos puntos:
1.- La posibilidad de controlar a cualquier persona en la vía pública a título de nada solo ahondará la vieja cultura discriminatoria chilena y mundial, por, pues existen los nobles. Aquellos con dinero, que viven en ciertas comunas o condominios, tienen buen auto y sus hijos van al colegio particular. A ellos no les importa dicho control, porque bien saben que nos les afectará.
La medida está más bien ideada para los villanos (poblacionales) que viven la marginalidad, trabajan en el campo o en la construcción, y tienen cara de “orden de detención pendiente” solo por haber nacido en tales estratos.
El noble (el adinerado) es por definición el digno de respeto y de admiración, por otra parte, el villano (el pobre) es considerado malo o malvado solo porque es pobre y muchos de estos sujetos son detenidos y a nadie le importa, ni siquiera a los fiscales y jueces porque son liberados de madrugada antes de un control de detención ya que no existen prueba de que hayan cometido delito alguno.
2.- No se crea el cuento de que existen 66 mil órdenes de detención y que equivalen a 66 mil delincuente libres. Eso es una locura y una grosera falta a la verdad. Un senador de otra región anduvo por Rancagua predicándolo, pero en realidad la cifra habla de que éstas se han acumulado durante los últimos 14 años y han sido las propias Policías y la Corte Suprema quienes aclararon que están duplicadas (ya que se envían a Carabineros y a la PDI); que se trata de no comparecencias por falta de notificación adecuadas, cambios de domicilios, o porque el notificado está muerto o se fue del país. Además, muchas son por cuestiones de bagatela (faltas), que incluso están prescritas, si hasta algunos testigos tiene orden de detención por no comparecer ante un tribunal, en fin, la cifra tan manoseada no admite mucho análisis.
3.- El control preventivo de identidad no sirve para ninguna otra cosa que no sea afectar los derechos constitucionales. Su aporte al control de la delincuencia será cero, o dicho de otra manera, su aporte a la sociedad será ahondar en una cultura de abuso.
4.- Se dice que hablar en contra del control preventivo es hablar en contra de las policías, ya que es sinónimo de poner en duda el profesionalismo y la confianza en ellas. La respuesta a eso es un enorme SI. Se debe poner en duda a toda institución pública y privada siempre, porque el precio de la democracia, el precio de la libertad y del cumplimiento de la Ley y de la Constitución es la permanente vigilancia. No existe en Chile ni el mundo ninguna organización compuesta por ángeles y santos.
5.- Lo que existe actualmente en la normativa “el control de identidad” basado en indicios es más que suficiente para el actuar de las policías. Se efectúan millones de estos controles por año y si bien, se prestan para ciertos excesos y abusos, al menos funcionan para los fines previstos y pretendidos “prevenir y controlar la comisión de delitos”.
6.- En fin, si a alguno le convence el argumento de “quien nada hace nada teme” sería muy apropiado de que hable por su propia persona y no para y por el resto de la comunidad, pues si alguien partidario de este control preventivo y está disponible para ir por la vida con una fotocopia de su cédula colgada su cuello y colocar las manos en el muro cada vez que vea un policía por la vía pública, está en su legítimo y sagrado derecho. Pero también estamos los otros que creemos que la libertad ambulatoria no es solo simbólica en nuestro país.
Por Alberto Ortega Jirón
Defensor Regional de O’Higgins
