Impresiona la ignorancia de una gran mayoría de nuestros parlamentarios y la indolencia de la burocracia pública. Desde un tiempo a esta parte proponen terminar con los derechos de aprovechamiento del agua que no es lo mismo que propiedad sobre el agua y creen que falta agua. Por más que se ha explicado que el Código respectivo la define como un bien nacional de uso público, creen que el agua pertenece a algunos pocos. La senadora Adriana Muñoz reclamó por la propiedad de los derechos porque en algunos pueblos de su zona tiene que ir un camión aljibe, ignorando que ello se debe a que no existe una red de agua potable en esas pequeñas localidades. La senadora Allende que quiere derogar los derechos permanentes.
Lo primero, documentarse e ilustrarse sobre lo que están hablando ¿Sobra o falta agua hay en Chile?
El mundo es redondo y sigue rotando en torno al sol y sobre su propio eje con desviaciones de su trayectoria elíptica cada 100.000 a 400.000 años y sobre la inclinación de su eje de rotación cada 25.800 años. No ha cambiado, de modo que seguirá habiendo la misma cantidad de agua por miles de miles de años. Sin embargo hay años húmedos y secos sin una frecuencia uniforme. Las estadística pluviométricas de Santiago de la Dirección de Aguas del MOP, desde 1824 al presente, no acusan ninguna tendencia hacia la disminución o crecimiento del régimen de lluvias. Ha habido años secos y muy secos como en 1892, 1903 1968 y 2008 otros húmedos diluviales como 1844, 1899,1922, 1999. En otras localidades las series estadísticas no son tan larga, pero lo suficiente para detectar tendencias, tampoco hay menos agua en Juan Fernández y o Punta Arenas.
Lo segundo ¿Cuál es el stock de agua con qué contamos? Uno de los más prestigiosos ingenieros hidráulicos de Chile don Eugenio Celedón, ex ministro del MOP, publicó estudios que indicaron que se vierten al mar 5.553 m3/seg además del stock de aguas subterráneas, lo que supera el consumo de lt/seg. La simple observación nos muestra que prácticamente todos los ríos desembocan su caudal en el mar. Un ejemplo, el río Aconcagua nace con un caudal de 33 m3/seg, después que sus aguas riegan campos, abastecen a la población, se usa en la minería y la industria, desemboca en Concón con el mismo caudal y otro tanto ocurre con los demás. A los técnicos israelitas, famosos por el eficiente uso del agua en Israel, les llama la atención que nuestros ríos lleguen al mar.
La conclusión obvia es que nada de esto tiene que ver con los derechos de aprovechamiento de las aguas que es un derecho real. Hay derechos no consuntivos como los de las centrales eléctricas que usan los caudales y lo entregan de vuelta al curso. Hay derechos consuntivos para las aguas que se consumen, pero una parte importante de ellas, que no alimenta los vegetales u humanos, se filtra al subsuelo o se limpian después del consumo humano e industrial retornando aguas abajo a su curso original para ser usada en otras actividades, como el caso del Aconcagua. El concepto consuntivo es más jurídico que físico. Con todo, sucede que hay puntos donde hay un exceso de demanda de acuerdo a los caudales y la única forma de regularlo es solicitando, comprando o arrendando derechos. Cualquiera otra forma constituye una distribución arbitraria ejercida por la burocracia pública.
En resumen, nuestro problema es el uso ineficiente de aguas abundantes. Prohibir, expropiar y distribuir a dedo según el gusto del estado es tapar el sol con un dedo. Si ya se hubieran practicado los estudios de las aguas subterráneas en Chile no se estaría discutiendo sobre la venta del sofá de don Otto.
Es de esperar que el tribunal constitucional revise el proyecto actual en discusión porque, una vez más, el gobierno quiere saltarse la constitución.
Javier Fuenzalida Asmussen
