Con fuerza, frescura y coraje, los emprendedores de Fondo Esperanza (FE) se organizan para aprovechar al máximo la época estival.
Las vacaciones de verano simbolizan descanso y tiempo para dedicar a las actividades que hemos deseado hacer durante todo el año. Salir de la rutina y buscar los mejores datos, forman parte de nuestras únicas preocupaciones.
Este escenario representa una oportunidad de trabajo para los más de 110 mil emprendedores de Fondo Esperanza, la comunidad de emprendimiento solidario más grande de Chile, que desarrollan diferentes servicios y productos desde Arica a Chiloé. Para algunos este tiempo simboliza la mayor parte de sus ganancias del año, por lo que implica trabajar arduamente en lo que saben.
Entre los rubros que ofrecen podemos encontrar: arriendo de cabañas, hostales, restaurantes, comida típica, deportes al aire libre, paseos en bote y venta de artesanía y confites, por mencionar algunos.
Un claro ejemplo de ello es el caso de la emprendedora Viviana Vargas (47), quien desde sus inicios tuvo que perseverar y esforzarse por alcanzar sus metas en Pichilemu. Todo partió como una forma de solventar los gastos de su familia, algo que la motivó a enfrentar un desafío que hasta el día de hoy la hace muy feliz.
Según recuerda, su esposo trabajaba en una fábrica de dulces artesanales, convirtiéndose este en su primer acercamiento con el rubro. Luego de que él no continuara en su empleo, decidió aunar fuerzas e incursionar en la elaboración de cuchuflíes y barquillos que vende en el balneario de la VI Región de O’Higgins por más de diez años.
Nacida en la ciudad costera, su principal obstáculo al partir fue el financiamiento para crecer en su actividad comercial. Necesitaba un mayor impulso que se materializó el 2012, cuando supo de Fondo Esperanza (FE), institución que le entregó las herramientas para fortalecer su emprendimiento. “Es un apoyo que le dan a mucha gente que no puede sacar créditos. Para iniciar un negocio es excelente”, explica la comerciante.
Vargas señala ser una persona trabajadora, lo que la ha ayudado a convertirse en una emprendedora exitosa. En un día llega a fabricar 400 paquetes de cuchuflíes, incluso hasta 500 para los fines de semana de verano, donde el balneario llega a su peak de visitantes y se vende prácticamente todo. “Soy buena mamá, soy luchadora. No me quedó atrás”, dice orgullosa.
La esforzada mujer destaca que sus principales innovaciones dentro de su trabajo que lleva realizando por una década son el cuchuflí bañado en chocolate o relleno de mermelada de cochayuyo, elaboración que para muchos ya se ha transformado en una delicatessen preferida a la hora de comprar sus dulces.
Viviana sueña con tener un local propio en el centro de la comuna, siempre en compañía de FE: “Quiero hacer mis productos y venderlos altiro. Lo importante es arriesgarse, porque Fondo Esperanza te ayuda harto, sólo una debe responder bien. Se nota la diferencia de como estaba antes a lo que es ahora. Me he desarrollado como persona y he podido avanzar”.
Como esta emprendedora, muchas de ellas ven la posibilidad de avanzar en sus negocios y mejorar sus ganancias en este período. Así se arman, buscando las mejores opciones para ofrecer sus productos a turistas de todo el Chile y el mundo.
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