Fundación San Carlos de Maipo, junto a diversos actores, impulsó la creación de un Protocolo para contener a menores frente a catástrofes inesperadas, el que según la sicóloga de la institución podría implementarse para apoyar a quienes están en la zona afectada.
La ola de incendios que azota la zona centro sur del país ha arrasado con todo. Frente a este tipo de catástrofes, la Fundación San Carlos de Maipo junto a Asociación Chilena Pro Naciones Unidas (Achnu), Save the Children y la Fundación Marista para la Solidaridad, en un trabajo preventivo orientado a resguardar la salud mental de niños/as frente a este tipo de situaciones, desarrollaron un Protocolo para Resguardar la Salud Mental de Niños, Niñas y Adolescentes.
“Los niños, en aparente proceso de adaptación a la situación, requieren más que nunca ser atendidos y acompañados frente a la exposición de información de la catástrofe, mediando la comprensión del adulto responsable y la forma en cómo él será capaz de transmitir adecuadamente la situación en su lenguaje, manteniendo la calma y creando un espacio de seguridad afectiva”, señala Javiera Astudillo, psicóloga y Coordinadora de Programa Escuela de Fundación San Carlos de Maipo.
A través del Protocolo de Emergencia se busca disminuir el impacto que tienen diversas situaciones de crisis en los niños, niñas y adolescentes, específicamente aquellas de carácter sorpresivo, vale decir que dependen de otros factores.
Para la especialista es fundamental identificar cuáles son los momentos de crisis en los menores:
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Irritabilidad, agresividad o retraimiento
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Dolores de estómago u otras dolencias
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Apego excesivo a los adultos
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Pesadillas o dificultad para dormir
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Sobresaltos
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Conductas regresivas (chuparse el dedo, orinarse, hablar como bebé, etc.)
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Sentimiento de culpa
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Llanto sin motivo aparente
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Recuerdos frecuentes de la emergencia
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Pasividad y miedos
Frente a estos síntomas, la Coordinadora de Programa Escuela de Fundación San Carlos de Maipo, explica que la persona responsable de apoyar y contener a los niños debe considerar lo siguiente:
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Sentido de escucha empática: hacer sentir al niño que se entiende y comprende lo que le está sintiendo.
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Transmitir la necesidad de aceptar lo ocurrido, enfatizando que los sentimientos como la tristeza, inseguridad, impotencia, enojo y/o rabia son parte de aquellos procesos donde no podemos modificar lo ocurrido.
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Proveer información y orientación pertinente a las necesidades, y siempre en un lenguaje acorde a la etapa del desarrollo del niño/a.
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Crear una atmósfera cálida, amorosa y contenedora alrededor del menor, otorgando espacios donde el niño exprese sus sentimientos y pensamientos sin miedo a ser juzgado, a través de la expresión verbal, gráfica y/o lúdica..
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Ser cortés, honesto y transparente; ganarse la confianza y cooperación del niño afectado.
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Ser realista y objetivo, no realizar promesas o acuerdos que no podremos cumplir.
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Si el comportamiento es grave o se prolonga por más de 6 semanas se debe buscar siempre apoyo profesional.
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