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Accidentes con víctimas en Chile, se repite la historia

(columna1grande)

Durante la última semana han ocurrido 3 accidentes de tránsito que han conmocionado a la opinión pública: bus con pasajeros que se sale de la vía, atropello a 4 personas en estacionamiento y atropello a personas en carrera clandestina. Si bien los 3 accidentes ocurrieron en entornos viales completamente distintos, tienen como denominador común el dolor provocado a víctimas y victimarios (entendiendo que ningún ser humano desea provocar daño a otro por iniciativa propia).

 

Otro denominador común es la velocidad de circulación inadecuada para el entorno vial en el cual se transitaba, lo que se tradujo en la pérdida del control de los vehículos, clara consecuencia de la baja percepción del riesgo que tienen los usuarios del espacio vial, que no perciben la velocidad como un factor que aumenta el riesgo de un accidente de tránsito y sus consecuencias, inclusive arriesgando sus vidas participando de carreras ilegales de autos como conductores o espectadores en las márgenes de las vías, cuando estas carreras deberían ser denunciadas por los mismos participantes.

 

En Chile desde hace 25 años mueren 6 personas diariamente como consecuencia de las lesiones provocadas por un accidente de tránsito (2000 víctimas fatales anualmente), lo cual parece no llamar la atención del Estado ni de la sociedad civil, viéndose reflejado en que (salvo la Ley Emilia, cuyo impacto no ha sido el esperado) no existe una política sistemática que apunte a aumentar el nivel de educación vial de la sociedad en general, ni tampoco la intención de reformar un marco legal y normativo que apunte a sanciones más drásticas y a una fiscalización más eficiente; estos 3 pilares (educación, marco legal y normativo, y fiscalización) son fundamentales y deben actuar en conjunto si queremos reducir los accidentes de tránsito y sus consecuencias.

 

Se hace absolutamente necesaria una política de Estado que apunte a resolver este grave problema de salud pública (2000 muertes al año por una única causa, es un problema de salud pública), enfocándose en los 3 pilares antes mencionados: educación vial permanente desde la etapa preescolar en los colegios, reformas profundas al actual sistema de escuelas de conductores en todos los niveles (no basta solo con cambiar los exámenes, sino que también los contenidos teóricos y prácticos, además de las exigencias para los educadores que tienen en sus manos esta transferencia de conocimiento); una reforma profunda a la ley de tránsito, acorde a los estándares actuales y a la altura de la prioridad que el Estado le ha otorgado en nuestro país al transporte vehicular de personas y mercancías por calles y carreteras; fiscalización a través de una policía con funciones exclusivas en temas de tránsito y seguridad vial, los grandes esfuerzos que hace Carabineros de Chile en estos temas, ya no son suficientes. Esta tarea debe ser interministerial y sistemática en el tiempo, con el objetivo de generar un cambio cultural y alcanzar los estándares de movilidad sostenible que exige la sociedad de hoy. Las cifras muestran que las campañas de seguridad vial solamente en los “fines de semana largos” no logran los resultados esperados, por lo cual debemos hacer todos los esfuerzos posibles para que anualmente miles de personas no sigan perdiendo la vida en las vías y carreteras.

 

Alejandro Torres

Académico Facultad de Ingeniería de la Universidad Central

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