El ambiente está sobre excitado frente a la próxima elección presidencial e impide una seria reflexión respecto del destino futuro del país. Las vacaciones descomprimen las neuronas e invitan a pensar. El mes de Enero se inició con una de las actividades más importantes como es el Congreso del Futuro en su VI versión pero que, por desgracia, los medios de comunicaciones lo cubrieron como un copucheo más y no han vuelto a referirse a este trascendental acontecimiento.
Un destacado grupo de premios Nobel, científicos y filósofos nos actualizaron sobre los más reciente avances de las ciencias, duras y blandas, descubrimientos, innovaciones, inventos, tecnologías y una visión del siglo XXI. Contrariamente a lo que muchos imaginaron, la asistencia no solo se limitó al medio intelectual y académico sino que fue mayoritariamente de jóvenes ávidos por ilustrarse.
Valorando el aporte para Chile, en la tarde del 11 de Enero el economista chileno Francisco Torrealba señaló que nuestro desarrollo desde la segunda mitad del siglo XIX fue impulsado por la minería, en particular lo que se denomina el ciclo del salitre que duró hasta la depresión de 1932 cuando ya se había inventado el “salitre sintético” y los precios se derrumbaron durante la crisis. Pero ya se había iniciado el ciclo del Cobre que, a pesar de la diversificación de nuestras exportaciones a partir de la apertura al comercio internacional iniciada en los años 70, aun representa una alta dependencia, entre el 40 % al 50 % de nuestras exportaciones, según varíen los precios internacionales.
Torrealba destaca que el próximo ciclo de nuestro desarrollo debería ser el de la energía, afirmación que sorprendió por cuanto no tenemos hidrocarburos, solo un poco de petróleo y gas natural. Nuestro carbón es sucio y de bajo poder calorífico. La hidroelectricidad está delimitada por la geografía andina, por las restricciones ambientalistas y, para peor, la judicialización contra los proyectos, apoyada enr el Convenio 169 (a pesar de no ser vinculante), se ha encargado de enterrar varios proyectos de envergadura, entre otros, Hidroaysen Torrealba nos propone una nueva alternativa. La tecnología eléctrica está avanzando a pasos agigantados lo que nos permitirá satisfacer nuestra demanda futura y en nuestro caso constituirnos en un importante exportador de energía. Suena ET pero es real.
Desde luego el consumo doméstico, aun cuando es la menor proporción de la demanda por energía, en 2016 no creció debido a la sustitución de la iluminación incandescente (las viejas ampolletas de Edison) por la iluminación LED azul/blanca. Uno de sus inventores el premio Nobel de Física Hiroshi Amano participante de este Congreso nos ilustró sobre este avance caracterizado por el bajo consumo energético junto a su gran luminosidad sin generar el calor de las viejas ampolletas. Pero el aporte más importante provendrá de la energía solar.
Los paneles hoy son económicamente eficiente para la generación tanto doméstica como el uso comercial e industrial transformando a los consumidores en productores (en inglés se inventó la palabra “prosumers” para designar la categoría). La ley 20.571 del 2014 ya hace posible esta alternativa que permite a las fuentes domésticas satisfacer su propio autoconsumo y vender los excedentes a las empresas distribuidoras registrando esta dualidad mediante medidores bi direccionales. Con todo, las fuentes futuras más importantes y que permitirán a Chile entrar en el ciclo de la energía, es la energía solar generada principalmente en el desierto de Atacama. Otros científicos expositores destacaron nuestro desierto como una de las regiones más eficiente del mundo para la captación de la energía solar y transformarla en electricidad. El desarrollo de las fuentes renovables (solar, eólica, maroemotriz) son ahora competitivas con las no renovables (carbón, gas, hidrocarburos, nucleares) y se ha resuelto su principal restricción que era la intermitencia y la imposibilidad de almacenarla. La solar solo genera durante el día, la eólica cuando el viento adquiere una determinada velocidad.
Nuevas tecnologías permiten eliminar la intermitencia mediante el sistema de generación por bombeo. Una parte de la energía solar generada durante el día se destina a elevar agua de mar para depositarla en represar o tranques y utilizarla durante el período intermitente generando energía mediante turbinas hidráulicas alimentadas por el agua así almacenada. Los estudios practicados indican que destinando tan solo el 0.25 % de la superficie del Desierto de Atacama sería suficiente para generar toda la energía que demanda país. No solo eso. Cubriendo el 4 % del desierto con centrales solares se podrá satisfacer la demanda de toda Sudamérica. Podremos ser un exportador de energía. Los avances en materia de trasmisión lo hacen posible. Incluso antes del desarrollo potencial de esta fuente ya se había evaluado positivamente una red de transmisión desde Colombia hacia Chile. Es de esperar que los próximos gobiernos incentiven estos proyectos y se desarrolle la institucionalidad requerida para dar inicio al ciclo de la energía.
Javier Fuenzalida Asmussen
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