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Las expectativas y lo estructural

(columnajavier)

Un colega economista me dijo hace un tiempo que las cuando una persona no entiende un fenómeno o un problema o no quiere reconocer dice que es estructural. Ni más ni menos.

 

El Ministro de Hacienda Valdés y también Eyzaguirre sostienen que la pérdida de dinamismo de las exportaciones chilenas es estructural. Es como si fuera algo que se nos viene encima sin razón alguna y que deja a todos en ascuas.

 

 

No creo que no entiendan el fenómeno. Ambos han sido buenos ministros de hacienda y experimentados economistas. El ex presidente del Banco Central Vergara dice que tal fenómeno es consecuencia de las cuestionadas reformas emprendidas por el gobierno que crearon un clima adverso para el crecimiento.

 

Lo mejor es ir a los números y ver que nos indican.

 

Si se examina comportamiento de la inversión como porcentaje del PIB partir de 1987, treinta años, se puede constatar que cuando ésta se acelera el crecimiento del producto también lo hace (1987 al 90, 1991 al 94, 2011 al 13) alcanzándose niveles record como 10 % en 1990 12 % en 1993, 10 % en 1996. Por el contrario cuando la inversión se desacelera, otro tanto ocurre con el PIB (1996 al 99, 2006 al 2010, 2014 al 2016). Nada estructural, sino una situación que provoca cambio en las expectativas tanto en los inversionistas como ahorrantes. Cuando hay diferencias en las tendencias entre ambas variables estas se saldan con recursos externos. Prestando cuando hay un exceso o pidiendo prestado cuando faltan

 

¿Son tan sensibles las expectativas? Mucho más de lo que se piensa porque no son meras tincadas sino que se forman conforme la información que circula en los mercados, internos y externos. Algunas pueden parecer exageradas o “posverdades” como está de moda calificar las noticias sin fundamentos, pero a final de cuenta, el mercado es mucho más sabio y sabe filtrar.

 

Los inversionistas deben estudiar sus proyectos para largos períodos de tiempo y las perspectivas a mediano plazo influyen en forma poderosa en el estudio de sus proyectos. Así cuando un gobierno con un programa difuso y oscuro irrumpe con una tremenda excavadora demoledora de la institucionalidad y del modelo económico, se encienden las luces rojas en el sector privado. Si además lo que sigue son proyectos mal concebidos y mal implementados y de dudosa constitucionalidad, contrarios a los derechos de los ciudadanos como fueron las reformas tributaria, laboral y educacional, en que el Tribunal Constitucional debió intervenir, el ambiente se tornó más denso aun. Entonces los resultados fueron una desaceleración del ahorro e la inversión y con ello el PIB. El trabajo, como sector productivo, no influye tanto en estos ciclos por que las tendencias demográficas son más estables en el tiempo y en el corto y mediano plazo influyen en cambios en la desocupación. Los estudios de la Dirección de Presupuesto y de Corfo/UAI sobre la contribución de los factores productivos al producto así lo indican y destacan otra variable poderosa que es la Productividad Total de los Factores que recoge gran parte del ánimo nacional. En los últimos tiempos casi llega a cero o se ha tornado negativa.

 

¿Son factores estructurales? No, porque el ambiente de optimismo o pesimismo está poderosamente influenciado por los acontecimientos. En este sentido, el pesimismo sin fundamentos no cunde. El gobierno moderado de Aylwin se encargó de ello. El de Frei fue gris y las malas expectativas hicieron su parte. Lagos pretendió financiar las políticas sociales con el crecimiento que no se dió. De los dos de Bachelet, ni hablar. El de Piñera fue un buen respiro pero que su combinación gobernante se encargó de hundirlo.

 

¿Y el mercado internacional? Afecta pero no es determinante. La caída del mercado del cobre no explica más del 0,2 % de la desaceleración del PIB porque el resto de las exportaciones, crecieron.

 

Entonces cuidado con lo que se dice y se pretende hacer porque las expectativas o crean optimismo o pasan la cuenta. Nada estructural.

 

Javier Fuenzalida Asmussen

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