Ya en el año 2013, el periódico alemán “WirtschaftsWoche Heute”, denunciaba que ni la ONU, ni los líderes tanto del G8 como del G20, eran capaces de resolver la crisis financiera, no tanto por su inexperiencia como por una especie de “egoísmo nacionalista”.
En este mismo artículo, se hacía alusión a como superpotencias como EEUU, China, India, Alemania o Japón, de cierto modo experimentaban con un paciente denominado “mundo en la época de globalización”, aplicando recetas económicas, de las cuales en esa fecha no había seguridad ni conocimiento de los efectos colaterales que tendrían para este enfermo.
Junto con el panorama anterior, estos líderes mundiales, más que lograr solucionar los problemas, se aferraban a un falso optimismo con el cual, de alguna manera, sus discursos apuntaban a que el final de esa crisis llegaría tarde o temprano, bajo la idea de que “la mano invisible” resolvería todo. Pero todo lo anterior no ocurrió, ni gobiernos izquierdistas, socialistas, derechista, ecologistas o conservadores han logrado revertir este panorama desalentador.
El artículo concluía con la idea de que era el momento de pasar de una multiplicidad de gobiernos a una suerte de “Gobierno Global e imparcial”, que permitiera de alguna manera que la clase política abandone sus “falsas ambiciones” con lo que las crisis económicas dejarían a su vez de politizarse.
Si bien es cierto que lo planteado en cuanto a la formación de un gobierno de carácter global, parece más bien utópico, esta idea al parecer ha vuelto a cobrar fuerza en pleno 2017, cuando el afamado Premio Nobel Stepehn Hawking declaró que la humanidad necesitará “alguna forma de gobierno mundial”, principalmente para alinear las metas de la especie humana con las de una “superintenligencia artificial”.
Si ya en el 2013, la idea de un gobierno mundial parecía ser la solución a los problemas económicos, con el planteamiento de Hawking en cuanto a la preocupación derivada de la “creciente tecnologización mundial” y por el posible descontrol de las emergentes inteligencias artificiales, comienza a tomar mayor fundamento este supragobierno.
La preocupación de Hawking radica en que en la actualidad, el desarrollo de las inteligencias artificiales, está llegando a un nivel tal que el riesgo no está en la maldad propiamente tal de esta, sino en su eficiencia. En la práctica, una inteligencia súper inteligente será extremadamente eficiente en cumplir con sus objetivos y metas, por lo que eventualmente si esos objetivos y metas son diferentes a los de la raza humana, tarde o temprano tendremos graves problemas.
En todo caso, este gobierno mundial debería tener por objetivo el desarrollar sistemas de control, para evitar que los avances tecnológicos terminen por destruir a la humanidad.
Lo señalado por Hawking, pone nuevamente en el tapete lo que Max Horkheimer, precursor del a Escuela de Frankfurt (corriente de pensamiento de la década del 30) y de la famosa Teoría Crítica, señalaba en cuanto al peligro que subyace cuando el industrialismo termina esclavizando a la humanidad.
Prof. Osvaldo Segovia Zúñiga
Director Escuela Ingeniería en Administración de Negocios, U. Central
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