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Fundación Daya e importación de fármacos en base a cannabis:

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“Celebramos la llegada de este tipo de fitofármacos que reconocen el gran potencial terapéutico del cannabis, pero lamentamos que su precio esté tan alejado de la realidad chilena”

Debido al permiso especial entregado por el ISP a la empresa Alef Biotechnology, que permitió la llegada de dos medicamentos en base a cannabis medicinal del laboratorio canadiense Tilray a algunas farmacias chilenas, la directora ejecutiva de Fundación Daya, Ana María Gazmuri, fue invitada a dar numerosas entrevistas a través de los medios nacionales.

En ellas reiteró el compromiso de la Fundación por impulsar el acceso democrático al uso medicinal del cannabis mediante tres vías fundamentales. En primer lugar, el autocultivo como principal vía para que quienes lo requieren, puedan desarrollar su propia medicina de manera autónoma. “Una vía que hay que resguardar, ya que lamentablemente no está consolidada. Los usuarios medicinales seguimos siendo víctimas de procedimientos policiales y percusiones del ministerio público, de manera totalmente injustificada, ya que nuestra legislación sí permite el autocultivo”, señaló Gazmuri en entrevista con Fernando Paulsen en Radio La Clave.

La segunda vía es el desarrollo de fitofármacos hechos en Chile y a un precio justo, que puedan traer alivio a todos aquellos pacientes que por razones médicas (estar postrados, hospitalizados o debido a la gravedad de sus dolencias) o por razones sociales (falta de espacio, de tiempo y capacidades) no pueden desarrollar sus propios cultivos. “Estamos trabajando por impulsar la producción nacional de fitofármacos en base a cannabis, realizando diversos estudios clínicos que permitan su registro como medicamento. Estamos muy pronto a tener los primeros fármacos nacionales, con precios éticos, ajustados a la realidad de los chilenos”. Junto a ello, expresó la necesidad de crear cultivos comunitarios que puedan dar acceso a la materia vegetal necesaria para crear sus preparaciones medicinales, a quienes por diferentes motivos no pueden desarrollar cultivos personales.

Junto a ello señaló que si bien la importación de este tipo de fitofármacos es un avance, ya que de alguna manera zanja la discusión de quienes aún ponen en duda las propiedades medicinales del cannabis a pesar de toda la evidencia clínica y científica disponible, su elevado valor no lo convierte en una solución para los miles de pacientes chilenos que han encontrado alivio a sus dolencias en esta planta.

“El valor de dicho fitofármaco ($210.000), es casi el equivalente a un sueldo mínimo. No nos olvidemos que uno de cada cuatro chilenos gana ese sueldo. Además, para un tratamiento se tendrían que comprar dos o tres unidades, lo cuál le da acceso a sólo un número privilegiado de pacientes”, señaló, en contraposición con lo declarado por Roberto Roizman, presidente de Alef Biotechnology, quien declaró en la prensa que la importación de dicho medicamento eliminaría “costos inalcanzables u opciones no certificadas por la autoridad de salud”. Lamentablemente el señor Roizman se negó a debatir el tema con la directora ajecutiva de la Fundación Daya, en un contacto telefónico realizado con él durante la entrevista a Radio Cooperativa.

Junto al factor económico, la directora ejecutiva de Fundación Daya aprovechó los espacios para recordar que en Canadá, país de donde proviene esta importación, también contempla autorizaciones a personas para autocultivar su propias plantas para tratamiento médico, ya que el autocultivo como “opción no certificada por la autoridad de salud” debe ser un derecho a resguardar.

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