Durante el presente mes de mayo se efectuó el Encuentro Internacional de Educadores del Cono Sur ‘Educar para la fraternidad: Un desafío colectivo’, en la ciudad de Rosario, Argentina. En esta cita participaron representantes de Paraguay, Argentina, Chile, Uruguay y Colombia, con el objetivo de favorecer el diálogo entre educadores y, de este modo, compartir aportes teóricos que surgen de las experiencias educativas innovadoras y transformadoras.
Llamó la atención cómo con ingenio y recursos mínimos se pueden construir espacios educativos en materias tan interesantes como el Aprendizaje Servicio Solidario (A+S), metodología que permite no sólo una mejor apropiación de los contenidos de los programas de estudios, tanto a nivel escolar como universitario, sino que entrega a niños y jóvenes un sentido profundo del aporte concreto que es posible hacer a la sociedad.
Las universidades, como parte de su rol, han desarrollado iniciativas de vinculación con el medio, destinadas a prestar un servicio a la comunidad y, al mismo tiempo, lograr una retroalimentación académica y fortalecer la formación de los estudiantes. El Aprendizaje Servicio Solidario (A+S) o Aprendizaje más Acción (A+A), nombre que recibe en Universidad Central, obtiene estos beneficios, pero apunta aún más allá. Me parece, que da cuenta de la esencia del ser universitario, es decir, no sólo aplicar una metodología pedagógica experiencial orientada a integrar actividades de servicio a la comunidad dentro del currículum académico, sino tener una mirada transformadora para aportar desde la fraternidad hacia los excluidos y los más vulnerables.
En Rosario se presentaron diversas iniciativas, todas valiosas y replicables. Sin embargo, llamó la atención el “Uso de técnicas periodísticas como estrategia para aprendizaje servicio solidario”, es decir, cómo desde el periodismo se puede responder a la necesidad concreta de crear conciencia en los estudiantes del valor de la información, del derecho que se tiene a ella, de fomentar el pensamiento crítico y conocer su entorno a través de historias reales, elaboradas por los mismos alumnos beneficiarios del proceso.
En este sentido hay ejemplos de universidades que trabajan en sectores de evidente carencia como la población El Castillo, en La Pintana, con niños y niñas vulnerables, utilizando el periodismo como estrategia para abrir nuevas posibilidades de construir una vida mejor. Se suman a ello, el trabajo efectuado con personas en situación de calle, donde la información permite no sólo dar cuenta de esta realidad, sino “acercarse con respeto al dolor”, parafraseando al recordado Premio Nacional de Periodismo 1999, Guillermo Blanco.
Hoy está en la agenda pública el debate sobre la educación que aspiramos para Chile y, en consecuencia, cómo queremos construir nuestro país en las próximas décadas. Tenemos una enorme oportunidad. En el encuentro de Rosario, se evidenció la necesidad de mirar el mundo a través del paradigma de la fraternidad, una buena práctica que grupos de educadores chilenos y latinoamericanos ya aplican a nivel de enseñanza básica, media y universitaria. Aún queda una larga ruta por recorrer, porque la fraternidad es pensar desde lo que nos une como humanidad. La profesora argentina María Nieves Tapia, experta en esta materia, recuerda: “A los que dicen que no se puede, por favor dejen trabajar a quienes estamos intentándolo”.
José Miguel Infante
Director de la Escuela de Periodismo, Universidad Central
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