Una vez más, el clamor nacional por la descentralización ha caído en oídos sordos de los políticos. La Constitución de 1925 que algunos quieren restituir creó las Asambleas Provinciales. Sin facultades y recursos fracasaron. En 1960 Jorge Alessandri insistió con los Comité Provincial de Desarrollo. Nuevo fracaso por iguales razones. El gobierno militar a partir de 1973 innovó con los Seremi, Serplac y Cores con objeto que hubiera una instancia regional de evaluación de proyectos, su jerarquización y ejecución, pero en la práctica solo rubrican lo que los ministerios en Santiago deciden y las platas que para ello le envía la Subsecretaría de Desarrollo Regional desde Santiago.
Desde hace años se ha venido discutiendo la elección popular de intendentes y hora cuando la ley ya está por salir… la Concertación pretende hundirla con unos torpedos y postergarla para otra oportunidad.
En 2007 escribí una columna al respecto señalaba que “Diversos estudios realizados en Chile han comprobado la validez de la teoría de la convergencia, al analizar el crecimiento del PIB por regiones para alcanzar el nivel del PIB metropolitano. Lamentablemente, el proceso es extraordinariamente lento y en el estado actual tomaría entre 35 a 60 años para minimizar las diferencias regionales de ingreso disponible per cápita. A su vez, el lento crecimiento regional es un freno para el crecimiento global del país”. Nada ocurrió.
Volví al ataque en 2009: “La sociedad civil, no política, insiste en que el intendente también debe ser elegido por votación popular y no sea una mera “oreja” del Presidente en la región. La encuesta bicentenario así lo detecta. El 72 % de la población prefiere que la elección directa de las autoridades, intendente incluido. Un 64 % está por la independencia presupuestaria. No es federalismo puesto que el 53 % no es partidario de que cada región pueda dictar sus leyes propias. ¿Por qué los políticos no acatan la voluntad popular?” Insistí en el 2013, pero nada.
En el intertanto y desde hace también más de una década, algunos dirigentes regionales crearon el CODERE, cuyo principal conductor ha sido el ex rector de la Universidad de la Frontera Heinrich von Baer, iniciativa a la que me sumé durante algún tiempo. En 2005 Heinrich solicitó a un gran número de candidatos a diputados y senadores de ese año la suscripción de un documento en que se comprometían a impulsar la regionalización. Premunidos de estos compromisos, solicitamos una audiencia al presidente Lagos para solicitar al gobierno el envío del respectivo proyecto de ley. Nos encontró toda la razón, pero, off de record, nos confesó que no dudaba de las promesas de los candidatos pero que apostaría su sueldo que nada sucedería. No cruzamos la apuesta. Pero la habríamos perdido. Nada sucedió.
Varias instituciones Codere y Fundación Chile Descentralizada han estudiado la propuesta. En 2016 púbico un extenso estudio dirigido por von Baer: “El Arranque de la Descentralización“ de 240 páginas en que se aborda con profundidad y objetividad los tres aspectos claves: la reforma política para elegir la intendente por votación popular, contando así con una autoridad regional democráticamente empoderada, la reforma administrativa para otorgarle las facultades y la transferencia de competencias desde la autoridad central a las regiones y la reforma fiscal para dotar de recursos financieros a esta nueva estructura administrativa. Es la primera vez que se estudia y propone la transferencia de competencia desde el gobierno central y los recursos económicos demandados, aspectos cruciales que impidió en 1925, 1960 y desde 1973 que la regionalización pudiera haber sido real y exitosa. Nada ha quedado al azar, de modo que se hace innecesario crear nuevas instancias, mesas y comisiones presidenciales, porque el trabajo ya está hecho. Solo falta que el gobierno envíe el articulado que establece las facultades y los recursos indicados, puesto que a la reforma política solo le queda un último trámite parlamentario que debiera culminar en los próximos días…a no ser que la Concertación lo eche a pique.
Por supuesto que es altamente improbable que algún parlamentario haya leído el estudio señalado. Ni siquiera ojeado el libro mencionado más arriba, de modo que en el evento que el gobierno envíe los dos proyectos faltantes, no sabrán cuáles son los fundamentos y como ya es habitual, legislen al voleo. El resultado no será un fino alazán sino un escuálido e inservible camello.
Me asiste el temor porque la Concertación, por la opinión de sus dirigentes, está temerosa que, así como sufrió una derrota en las pasadas elecciones municipales, vuelva a sufrir otra, más estruendosa, en las presidenciales y parlamentarias del próximo Noviembre. Mala táctica porque en regiones el ambiente no puede ser peor para la izquierda ante una nueva postergación de esta importante transformación que acabe con el freno para su desarrollo económico y social y no aumente la brecha entre el bienestar santiaguino y el de las regiones.
Ya han esperado casi un siglo desde 1925 y de postergar la regionalización tendrán que esperar hasta las proximidades del siglo XXII. Estaremos muertos, pero nietos, biznietos y tataranietos de las regiones seguirán siendo los postergados como lo han sido los abuelos, bisabuelos y tatarabuelos actuales.
Javier Fuenzalida Asmussen
Tags asociados:
Click para comentar