Según la Organización Mundial de la Salud, cerca de 16 millones de mujeres de 15 a 19 años y alrededor de un millón de menores de 15, experimentan cada año la maternidad. Cerca de 95% de la maternidad adolescente se observa e los países de ingresos bajos o medianos, encontrándose las tasas más elevadas en África Subsahariana.
La maternidad precoz está asociada a importantes complicaciones durante la gestación y el parto atribuidas a la inmadurez biológica materna y/o a la falta de acceso a la atención prenatal, las que desembocan en la segunda causa de muerte entre las mujeres de 15 a 19 años del mundo. Las madres adolescentes experimentan mayor riesgo de anemia, infecciones urinarias, hipertensión inducida por el embarazo, nacimientos prematuros, bajo peso al nacer, la muerte ya sea fetal o dentro del primer mes de nacimiento. Así, adolescentes de 15 años o menos tienen más probabilidades de parto por cesárea debido a la desigualdad cefalopélvica que las madres mayores.
Según los diversos estudios, la génesis del embarazo adolescente es multifactorial. Interesante es destacar que la maternidad precoz tiene una tendencia intergeneracional: las hijas de las madres adolescentes son más propensas a convertirse en madres a corta edad. Este modelo interno de abuela, madre e hija con historia de embarazos adolescentes es consistente con una historia de vida de estrés familiar lo que provoca la aparición temprana de la actividad sexual y la reproducción.
Por otra parte, existe mayor riesgo de experimentar una gestación adolescente en hogares con ruptura de la estructura y/o armonía familiar, ya sea por separación de los padres o por violencia doméstica.
¿Cómo se presenta el embarazo adolescente en Chile? Desde 2005 al 2008, las cifras tuvieron un incremento anual de cerca de mil embarazos, alcanzando cerca de los 37.000 nacimientos con un porcentaje de madres adolescentes de 16%. Desde 2010, esta situación comienza a revertirse, tendencia que continua, observándose para el trienio 2009-2012 una disminución de 19%. Así, el 2016, se registraron 22349 embarazos adolescentes.
La incorporación de atenciones dirigidas a población joven y en horarios extendidos en los centros de salud, así como la introducción de anticoncepción de acción prolongada inyectable y subcutánea (implanon), serían las dos principales acciones asociadas a este descenso. No obstante, si bien esto es un importante progreso, la tasa de embarazo adolescente sigue siendo elevada para los estándares de salud perinatal de nuestro país.
Otro aspecto que se debe destacar en las cifras, es el número de gestaciones en las menores de 15 años, las que el 2016 llegaron a 678 niñas. En datos del 2010, en 34,5% de estos casos las adolescentes no registran dato de edad del padre. Un metanálisis del 2014, reveló que el abuso sexual y físico dentro de la familia, se asocian a un mayor riesgo de estas gestaciones muy precoces.
Las adolescentes embarazadas necesitan atención especial para ser asesoradas y acompañadas para la reducción de riesgos perinatales. Las adolescentes postparto deben ser alentadas y apoyadas para amamantar, asistidas para prevenir la depresión, y tener acceso a la anticoncepción confiable para evitar repetir el embarazo no deseado.
El embarazo en la adolescencia es uno de los principales factores asociados a la mortalidad materna e infantil y al impacto social, relacionado con menor escolaridad, pocas opciones laborales y el círculo vicioso de la pobreza. La prevención primaria del embarazo adolescente mediante la educación sexual integral y el acceso a la anticoncepción es la prioridad.
Erica Castro
académica Facultad de Medicina U. San Sebastián sede Santiago
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