Enojados están Guillier y Goic porque la legislación sobre partidos políticos, votaciones y sobre el financiamiento que aprobó la izquierda se les ha ido en su contra. Fue muy saludable prohibir que el BancoEstado otorgue créditos a los parlamentarios porque en el pasado era habitual, pero también lo era no pagarlos y el banco, por presión política, debían castigarlos. No era de buen gusto demandar en los tribunales a políticos por no pagar sus deudas.
Tampoco les ha sido de su agrado la distribución de votantes por distritos para favorecer a sus candidatos porque el catch-as-catch-can entre ellos es un espectáculo poco decoroso especialmente ahora en que no hay “respeto de género” entre hombres y mujeres (Insulza y Parra).
El tema de las platas pareciera ser insoluble. Los bancos se recusan a prestarles a cualquier persona que no sea sujeto de crédito. Esto es, los insolventes y los que no ofrecen garantías o avales para garantizas sus obligaciones. Ello es así porque el dinero de los bancos no es de sus accionistas sino del público depositante. Esos dineros ajenos, a su vez, los darán en préstamos a terceras personas, para lo cual deben cubrirse de cualquier riesgo y solicitar garantías que los respalden. La ley de bancos en Chile es muy clara al respecto, en especial las reformas que se establecieron después de la crisis de 1982-84. Los accionistas de los bancos insolventes de la época lo perdieron todo. No hubo perdonazo y el rescate de parte del Banco Central permitió a los nuevos accionistas, el capitalismo popular, capitalizarlos y obligarse a recomprar la mala cartera que el Central había comprado, comprometiendo parte de las futuras utilidades, la deuda subordinada, de la que aún hay algunos que todavía están pagando. Otros consiguieron nuevos socios que aportaron el capital necesario. Una nueva legislación bancaria fue dictada, acorde con las actuales normas de Basilea sobre una sana gestión financiera. Así el BancoEstado está necesitando hoy de un aumento de capital para ajustarse a las nuevas normas y enfrentar el futuro.
Si Guillier o Goic no tienen garantías que ofrecer, no podrán acceder a los bancos. Pero ¿Tienen garantías? Les sobran. El partido comunista tiene activos que han sido recientemente valorados en $ 3.500 millones. La cartera de inversiones del partido socialista asciende a $ 13.794 millones. Algo tendrán los radicales, el PPD y el PDC, por lo que la izquierda cuenta con activos por unos $ 20.000 millones para financiar o avalar las campañas. Por otra parte, entre sus miembros activos hay connotados ricos como Frei Ruiz Tagle, Pérez Yoma, Bitar, y un buen número que suma más que el patrimonio de Piñera. Sus ONG financian centro de investigación, otra fuente de recursos para los estudios y programas.
Si les falta o no le prestan, Guillier y Goic pueden acudir a otra fuente igualmente importante muy utilizada hoy por los emprendedores: el “Crow Financing” (el platillo en buen chileno) entre sus seguidores políticos que se ubican en el 1° decil de la distribución del ingreso. Sobre la base que aporten el 10 % de sus remuneraciones anuales, al igual que lo que hacen en una AFP, o 15 % como propone Bachelet ahora, una somera estimación indicaría cuánto dinero pueden recaudar entre esta afluente multitud.
Posiblemente me quedé corto porque debe haber muchos más funcionarios de primer nivel salarial o que perciben otros pagos como gastos de representación, viáticos, bonos, el congreso le paga 1.000 líneas de teléfonos, seguros, asesores y secretarios de su mismo color político, etc. En todo caso, el cuadro anterior indica que la pasada de platillo puede generar entre $ 3.000 y $ 4.500 millones de pesos, sea en efectivo o en garantías con hipotecas de bienes raíces, prendas sobre bienes muebles. Si además los partidos ponen a disposición sus patrimonios, llegamos a unos $ 25.000 millones.
Si el candidato gana, recibirá de vuelta una buena suma de dinero por voto obtenido, se pagan los bancos que presten con garantías y si no alcanza, deberán responder los dueños de los bienes, pero en todo caso, puede ser una suma menor.
Si los partidos que los apoyan y todos estos funcionarios no aportan es porque no creen en su candidato como lo pronostican las encuestas y tengan que ponerse con sus bienes para pagar a las deudas. No pueden pretender que si pierden pague Moya.
Javier Fuenzalida Asmussen
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