La última modificación a la ley que rige a TVN estableció que su objeto es el correcto funcionamiento, definido éste como “el permanente respeto, a través de su programación, de la democracia, la paz, el pluralismo, el desarrollo regional, el medio ambiente, la familia, la formación espiritual e intelectual de la niñez y la juventud, los pueblos originarios, la dignidad humana y su expresión en la igualdad de derechos y trato entre hombres y mujeres…”. Letra muerta porque sus gestores han ignorado este mandato dándole a su mediocre programación un sello pasquinesco, ignorando de paso las preferencias de la población. Según el CNTV el 48 % de los televidentes prefiere programas culturales y que sube a 84 % entre los que ven TV paga. TVN dedica tan solo el 12.8 % a la cultura de discutible contenido.
TVN ha perdido casi la mitad de su patrimonio en dos años. Tiene rentabilidad negativa. Bachelet propone entregarle US $ 90 millones para tapar su desastrosa gestión que, para cubrir el tremendo déficit, ya consumió casi toda su caja. Estamos entrando a la mitad de año y aun no es capaz de publicar los estados financieros del primer trimestre pasado, lo que hace sospechar que la debacle continúa. Hoy jueves se informa que a Marzo había perdido otros US $ 4.2 millones obligándose a vender propiedades para cubrirlos. Solo en el área de prensa tiene cerca de 350 personas. Empresarialmente inviable, es preferible que TVN abandone la competencia comercial y sea la institución cultural que siempre debió ser como lo manda la ley. Su rating viene cayendo en forma sostenida desde el 2009. Es más barato cerrarla o venderla. En 2015 sus pérdidas acumuladas sumaron US $ 46.2 millones y operacionalmente perdió US $ 49 millones. Se parece a la ANFP. Se dice que toda las TV están perdiendo dinero. ¿Cuáles? Entre TV análoga, digital y cable hay más de 100 canales chilenos ¿están todos en quiebra? Seguramente no.
En forma muy infantil, el ministro Marcelo Díaz trató de defender esta insania afirmando que los US $ 90 millones no compiten con el gasto social error elemental porque el dinero es uno solo. Ejemplo, la ley Ricarte Soto apenas cubre 11 enfermedades cuyos tratamientos son de alto costo. El seguro catastrófico de las Isapres no incluye medicamentos. Hay casos en que estos cuestan de 1 a 3 millones de pesos mensuales que las personas de ingresos medios y bajos no pueden pagar. Pero el gobierno quiere darse un irresponsable gustito. Es un gustito porque en el acto de la firma del proyecto trasmitido por TV aparecen Bachelet, ministros y asistentes todos sonrientes como si se tratara la mayor gracia del mundo. Algunos directores de TVN han reclamado airadamente por esta decisión tomada a sus espaldas.
El 21 de mayo Bachelet, muy compungida, señaló en su mensaje: “¿Acaso podemos desconocer el temor de muchos de sufrir un accidente y no recibir la atención oportuna? ¿Cómo no sentir angustia cuando una enfermedad grave no tiene la respuesta de un tratamiento especializado? ¿O la impotencia de no poder afrontar los gastos elevados de los tratamientos y para los cuales muy pocos presupuestos son suficientes? Frase conmovedora pero no creíble de quien procede.
Javier Fuenzalida Asmussen






















































