Por Carolina Pérez Araya
A menos de un mes de la entrega de las obras de restauración de esta importante obra arquitectónica e histórica de Rancagua, pudimos recorrer sus salas, sus patios y la iglesia, todo hermoso y con detalles a la vista que hablan desde su construcción en la época de la colonia.
Este trabajo comenzó en el mes de octubre del 2014, y se pretende finalizar en el mes de agosto del 2016.
Conversamos con la restauradora Camila Jiménez, quién nos precisó los detalles de trabajar en esta iglesia, “ha sido súper importante, es una obra emblemática en Rancagua, nosotros sabemos que esta obra es muy valiosa, porque tiene una carga histórica y matérica trascendental, entonces ha sido un privilegio y un honor trabajar aquí. En cuanto a la labor esta fue más bien arquitectónica, pero en el Altar y en el púlpito trabajamos lo que es la policromía, con pan de oro, que son láminas de oro que se pegan sobre una preparación y esta base va sobre madera, el púlpito y el altar son tallados en madera”.
Los avances son notables en cada rincón de este monasterio, donde las maderas fueron dejadas al natural, habrá espacios públicos, más los espacios propios para los seminaristas, los que sin duda traerán a los habitantes de este monasterio paz y tranquilidad.
Una vez sea entregada esta restauración a la comunidad, la profesional de la restauración, hizo un llamado a la ciudadanía a cuidar este espacio histórico, “lo principal es que lo cuiden porque es súper importante, nosotros le pusimos todo nuestro amor a este trabajo y quedó increíble, maravilloso”.
Un trabajo muy especial es el que se puede apreciar en esta restauración, donde se trajo al siglo XX una obra arquitectónica de gran valor patrimonial y cultural no sólo para Rancagua, sino que también para el país.
Tras las finalizaciones de este trabajo, solo queda agradecer a todos quienes hicieron posible este rescate histórico, disfrutarlo y por sobretodo cuidarlo.
