Comenzando un nuevo año, es inevitable hacer una proyección de lo que viene en materia de deporte y más aún luego de haber recibido los Juegos Panamericanos y Parapanamericanos en Santiago.
¿Qué aprendimos de este gran evento? Varias cosas: nuestra sociedad aprecia el deporte, le gusta ser parte del hecho deportivo, ya sea como deportista o como aficionado.
El deporte bien hecho es un hermoso espectáculo para vivirlo en la pista o cancha como en las gradas.
La gran variedad de especialidades deportivas presentadas y las cantidades de público asistentes y conectadas, a través de los medios de comunicación, nos permite concluir que hay tierra fértil para sembrar la valiosa semilla del deporte más allá de los tradicionales y del alto rendimiento.
Se pueden facilitar oportunidades de desarrollo vía deportes ya establecidos en el sistema olímpico, pero que requieren recursos y difusión, y que hasta su presencia en Santiago 2023 no eran conocidos. Pero que, este año, pueden tener su chance.
Miremos a aquellos deportes que la geografía de Chile puede privilegiar como los relacionados con la navegación acuática, velas, el remo, canotaje. Los deportes como triatlón y aquellos de montaña como el endurance y bicicleta.
Están aquellos en que no se requieren grandes inversiones, sino que una buena gestión como: el judo, taekwondo, lucha, o del badminton y otros de raqueta y pelotas.
En definitiva, viendo este 2024, tenemos la infraestructura deportiva (propiamente tal o para adaptar) y el interés de la población; apostemos, entonces, más allá de los clubes, veamos colegios, universidades, municipios y juntas de vecinos, para sumarlos a este desafío y contar con una población más activa, más educada y más sana.
Jaime Fillol D.
Director Instituto del Deporte y Bienestar U. Andrés Bello