Por David Pérez Arce
En las páginas de la Revista del Campo de El Mercurio, se le da especial importancia a una noticia que sale desde Pichilemu, el balneario de la provincia de Cardenal Caro y que señala:
“Ricardo Valdebenito llevaba cuatro años trabajando en una cooperativa de productores de quínoa cuando decidió comenzar su propio proyecto en Pichilemu, en la Región de O’Higgins, y exportar en forma directa a través de su empresa Desarrollo Quínoa”.
Tuvo buenos resultados el primer año, en 2014, pero la fuerte baja internacional de precios, el año pasado-paso de unos US$ 5 por kilo a 2, dice- lo obligo a pensar como darle más valor y seguir en el negocio.
Así decidió crear un suplemento alimenticio en polvo, de preparación instantánea, enfocado en deportistas, adultos mayores, y embarazadas, además de alérgicos al gluten y la lactosa, que pretende exportar este año a Europa y Norteamérica.
“ya he mandado muestras y están muy acorde con lo que la gente busca. Lo estoy ofreciendo con mi marca; DQ, y a granel para que trabajen con marcas propias” comenta, y estima que esto permitirá tener una rentabilidad 60% mayor. A sus clientes también les entrega un análisis microbiológico, para asegurar la inocuidad de la quínoa, y está en proceso de certificarse como orgánico, para diferenciarse del resto de la oferta.
Aunque reconoce que el valor agregado no solo está en los envases o el procesamiento, sino también en la genética y logística que hay detrás el director de ProChile cree que los exportadores deben mirar las nuevas tendencias para ganar espacios en los mercados. “Esta revolución exportadora de Chile se ha dado porque todo tiene valor agregado, pero en las medida en que los mercados se desarrollan hay mas incentivos para buscar productos nuevos” asegura Roberto Paiva.






















































