Por: Juan Carlos Carrasco Soto
Mi escuela llego de lo alto de las montañas de un lugar llamado SEWELL o mejor recordar como La ciudad de las escaleras de gente tranquila, amable y por sobre todo solidaria, donde se tocaban las estrellas, el viento tocaba la sinfonía del adiós cuando bajando por esas interminables escaleras como sabiendo que sería la hora de la partida llegábamos a la estación por última vez, atrás quedaban nuestros recuerdos penas , alegrías y el privilegio de haber vivido en un lugar maravilloso donde se vivía en paz. Llegamos al plano rodeado por el barrio ahí recayó nuestra escuela, donde aprendimos nuestras primeras lecciones de lectura, matemáticas, ciencias sociales, ciencias naturales, inglés, técnico manuales, música, educación física etc.
Donde nos encontramos con excelentes maestros de vocación, tuvimos el privilegio y orgullo que nos enseñaran con tiza y borrador, No solo conocimientos también a ser mejores personas en salas muy frías en invierno y calurosas en verano, así era nuestra escuela con carencias y necesidades pero teníamos la voluntad de aprender. Los alumnos con su uniforme impecables, zapatos lustrados, pelo corto, pañuelo, manos limpias y su infaltable bolsón de cuero con nuestros útiles dentro además de la colación una fruta o pan con (mantequilla, huevo, mermelada, dulce de membrillo). Había jornada de clases en la mañana, tarde, además muchos alumnos pero solo un patio grande de tierra al principio, después con la campaña del papel y botellas, donde participo todo la escuela se pavimento, pocos árboles y áreas verdes solo era tierra, pero para nosotros era nuestro patio, donde se jugaba al libre, saltar la cuerda, caballito bronce y los juegos típicos de la época. En verano disfrutábamos jugando a la pelota sin importar lo caluroso que era, todos revueltos los chicos y grandes en la cancha, siempre bajo la mirada de los maestros de turnos. Sin embargo en invierno la cosa cambiaba era frio había agua por todos lados los charcos solo quedaban los pasillos y un gran espacio techado al lado de la cocina. Quien no recuerda cuando nos daban leche esa que tenía como harinilla, galletas duras.
Lo mejor en esa época era el sonido de la campana para recreo o para retirarse a casa, en verano nos íbamos conversando con nuestros compañeros y vecinos del barrio, pero en invierno era crudo y sobre todo los que Vivían al otro lado de avenida España, era un rio esa avenida se mojaban los zapatos y pantalones, donde compañeros pasaban en brazos a sus compañeras o colocaban tablas o piedra para poder cruzar cuantos no se cayeron y llegaron empapados a sus casas, esa era nuestra realidad pero éramos felices.
Los encuentros deportivos entre nuestra escuela y la escuela 95, escuela 20 etc. Esos encuentros no se podían perder recuerdo que teníamos excelentes jugadores, en nuestra selección los: Monreal, Díaz, Flores, Ibáñez, Carrasco, Quiroz, Espinoza, Jorquera, etc. Siempre dirigidos por el Profe García un gran ser humano.
Que orgullo siento por mis compañeros de escuela, además vecinos del barrio como la Sra Juanita de los Zamoranos un ejemplo de bondad, Sra Fany Monreal, Sra Mabel Provoste, Rita zamorano, Susana Monreal, todos en mayor o menor medida lucharon por salir adelante, las caídas y tropiezos nos enseñaron a levantarnos, con la mano amiga de algún compañero o vecino que siempre tenías alguien a tu lado. No puedo revivir los viejos tiempos, buenos o malos pero con mis amigos al lado, para ellos mis sentimientos. Siempre la palabra de aliento, el abrazo esa era nuestra amistad sin condición, una amistad sincera. Que nos une hasta el día de hoy donde nos juntamos en un lugar muy acogedor llamado sede es la casa de Claudio, cada uno de nosotros tomamos diferentes caminos que la vida nos deparo, compartimos con ellos nuestros pasajes que paso a paso fuimos dando hasta encontrar nuestro futuro e identidad, ni el tiempo y la distancia han podido con nuestra amistad porque esta aferrada al corazón. Hace tanto que no vemos a muchos, unos ya partieron, otros el destino los traslado a tierras lejanas, que ha pasado con la vida de ellos nadie sabe pero están en el recuerdo.
Somos de la generación dorada del respeto a nuestros padres, al próximo. Estudiamos en colegios público y teníamos 3 meses de vacaciones jugábamos en las calles. Somos gente trabajadora y honrada de buenos principios. Siempre valoramos algo cuando ya no lo tenemos, el ayer ya paso el futuro nadie sabe lo que nos destina solamente nos queda vivir el hoy, disfrutar lo mejor posible, doy las gracias por encontrarme con ustedes, disfrutar cada momento, vivencia de nuestro barrio, en especial de nuestra querida y recordada Escuela 12. Un abraso a la distancia a cada uno de usted la generación de la inocencia, llamada dorada. Muchas gracias a quienes formaron parte de nuestra Escuela 12.
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