El Covid-19 nos dejó en un contexto de incertidumbre e inseguridad; todos cambiamos nuestra rutina de vida. El gobierno avanza a ciegas con sus políticas sin saber lo que vendrá en los próximos meses. La pandemia impuso nuevos desafíos para el futuro, uno de ellos tiene que ver con la digitalización y conectividad, tema que resalta en la agenda del siglo XXI
Para nadie es noticia que vivimos en la “Era Digital”, el internet cada vez se instaura en nuestra cotidianidad, donde inclusive ya se habla del “internet de las cosas”. Asimismo, esta poderosa herramienta es capaz hasta de hacer mediciones y establecer el índice de pobreza mundial.
Para quienes somos nativos digitales, nos parece extraño escuchar que alguien no es usuario frecuente del internet, sin embargo, aún existen familias que no poseen este servicio. En la última encuesta de Acceso y Uso de internet presentado ante la Subsecretaría de Telecomunicaciones de Chile, se evidenció que el 83,9%[1] de la región de O’Higgins tiene acceso al internet, y en gran parte con un bajo nivel de conexión, lo cual imposibilita el progreso genera un nuevo tipo de desigualdad.
De cara a 2030 uno de los desafíos estatales debe ser aumentar la conectividad digital del país, particularmente en los territorios rurales de Chile. Para cumplir ese objetivo es importante comprender el valor agregado y costo de producción positivo que el internet posee, del mismo modo, apoyar los proyectos de innovación y robótica.
Aquello debe comenzar en la educación primaria de todo joven, allí es clave fomentar el uso tecnológico y nutrir de contenido en pro de una óptima utilización de esta herramienta. Sin embargo, que todo esto ocurra depende de tres factores: en primer lugar, una alianza público-privada con fuerte regulación del Estado. En una economía como la chilena, es la entidad privada la que regula los precios, los cuales son altamente costosos. Para ello el Estado y la industria deben trabajar en conjunto, pero con una fuerte regulación estatal.
En segundo lugar, necesitamos autoridades políticas y administrativas comprometidas con el tópico. Por el momento los liderazgos nacionales y locales carecen de una comprensión de la época en que vivimos, por este motivo se hace necesario el posicionamiento de figuras que comprendan la necesidades de modernización del sistema político, económico y social.
En tercer lugar, dejar el escepticismo y el rechazo a la digitalización, comprender la “Era Digital” como un beneficio de nuestros tiempos y como una herramienta que va más allá de “entretener”. Es importante mirar la oportunidad productiva, educativa y cultural que tenemos, y evitar una reacción popular negativa o violenta contra la cuarta revolución industrial.
