Por David Pérez Arce
La iniciativa de levantar un monumento al prócer Bernardo O’Higgins, partió en 1863 formándose una comisión que estuvo compuesta por: Blanco Encalada, Antonio Varas, Miguel Luis Amunategui, José Manuel Balmaceda, entre otros, teniendo a Benjamín Vicuña Mackenna como uno de sus secretarios.
Hubo dificultades, en sus inicios, referente a las erogaciones, la ciudadanía se sintió interpelada al punto que el monumento se entendió como una obra de la ciudadanía en general, agenda a partido político y de gobierno.
Con los fondos recolectados se permitió pensar en una obra de envergadura. Por intermedio del Cónsul Francisco Fernández Rodella, se convocó a un concurso en Paris.
El ganador resultó ser Albert-Ernest Carrier, eligiéndose el proyecto de una Estatua Ecuestre de Carrier-Belleuse quien debía representar a O’Higgins durante el sitio de Rancagua en 1814 encerrado por las fuerzas españolas y abriéndose paso, sosteniendo en la mano izquierda la brida del caballo, levantado sobre las patas traseras y en la derecha una espada en alto.
Esta es parte de la historia del monumento a O’Higgins que en Rancagua fue levantada en el sitio donde se desarrolla la batalla y fue inaugurado con motivo del centenario de aquel suceso, el 2 de octubre de 1914.
Esta vez, en la conmemoración del Bicentenario de la Batalla de Rancagua, con recursos municipales se ha logrado renovar el monumento ecuestre, el que mañana a las 19:30 horas será reinaugurado.
