Ha llegado la primavera, con ella el paisaje comienza a cambiar tanto en tonalidades, volúmenes, olores, colores, sabores y el paisaje humano, pues se comienzan a utilizar colores más vivos en la vestimenta, calzado y accesorios. Además de estos cambios son tantos los que se perciben que me limitaré a uno… la montaña.
La montaña cambia de traje, dejando ese velo blanco aterciopelado que utiliza en invierno, poco a poco va mudando a un traje verde acompañado de otras tonalidades y texturas, como las flores silvestres (dedal de oro) que se asoman tímidamente hasta formar un hermoso ribete en amarillo-naranjo con un leve movimiento de las flores producto de la brisa que envuelve el camino de montaña. Posteriormente se asoma los tonos verdes, de la vegetación que se hace presente luego de las lluvias y nevadas. El blanco quedará detenido en las nieves eternas que están sobre los 5000 metros, desde allí cubrirá parte de este hermoso macizo que forma parte de los Andes.
El cielo azul, un azul intenso que te hace volar con la imaginación llegando tan alto como los cóndores que se dejan ver a la distancia, capturan la mirada y olvidas todo a tu alrededor, tal vez no sean hermosas aves, pero la presencia que imponen con su vuelo provoca el querer ser libres como ellos e incursionar en la majestuosidad de las alturas.
Finalmente recuerdas que la montaña es la montaña, por mucho que sea época estival, el cielo sacará su traje pomposo, el de las nubes que se comienzan hacer presente cuando avanza el día y la temperatura comienza a bajar, mas la magia de este paisaje donde te encuentras contigo y logras escuchar el silencio, te dice es hora de regresar a casa.
¿Qué traje prefieres?
CLO
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