Lanzar dinero a la calle bajo estas circunstancias no produce resultados positivos sobre la actividad económica a pesar de la creciente desocupación, ya que sus efectos quedan neutralizados por las expectativas negativas.
El Consejo del Banco Central ha manifestado su sorpresa por la inflación que ya ha alcanza a 5,7% anual atribuyéndola al alza del precio de los alimentos, entre otros, 100% en los tomates. ¿Son los tomates inflacionistas?
El acta de la reunión, a la que asistieron los 5 consejeros, el ministro de Hacienda, 12 gerentes y 5 asesores varios, registra que la sesión se inicia con un reconocimiento de las “condiciones inestables de los mercados externo” y que en el caso de Chile “el mercado del trabajo continuaba ajustándose. No obstante, las expectativas de empresarios y consumidores seguían deteriorándose y las variables relacionadas con la inversión daban cuenta de un escenario peor al anticipado” y hacia el final señala “todos los Consejeros concordaron en que la noticia más sobresaliente era la nueva sorpresa al alza en la inflación”. La decisión fue continuar con una política monetaria expansiva.
¿Sorpresa? El consejo del banco no puede declararse sorprendido por cuanto es de los causantes de la aceleración de la inflación. En efecto, la expansión monetaria acordada y generada por el Banco (M1 a M3) ha estado expandiéndose desde inicios del año a una tasa anual entre 10% y 13% en circunstancias que el índice de la actividad lo ha hecho en 1,58%. La consecuencia es una creciente inflación. Los estudios, incluso los del Banco Central, señalan que en el corto plazo no hay una relación estrecha entre el dinero y la inflación porque la demanda por dinero es inestable en los períodos cortos y que el efecto de los aumentos en el dinero se reparte impredeciblemente a lo largo de un largo período, hasta 18 meses. Así, será difícil retornar en los próximos meses a una inflación dentro del rango 2%-4% anual de no mediar un cambio significativo en las expectativas, y consecuentemente en la actividad económica. Pero ello no exime de responsabilidades al Banco Central, porque los índices de expectativas medidas por la Universidad de Chile, Adimark y el propio Banco continúan señalando tendencias negativas. Ello indica que, a pesar de la volatilidad de la demanda por dinero en el corto plazo, tales expectativas disminuyen esa demanda, reforzando el efecto inflacionario.
Lanzar dinero a la calle bajo estas circunstancias no produce resultados positivos sobre la actividad económica a pesar de la creciente desocupación, ya que sus efectos quedan neutralizados por las expectativas negativas. Bajo este escenario la política del Banco Central es ineficiente y va en contra de su ley orgánica: “artículo 3°. El Banco tendrá por objeto velar por la estabilidad de la moneda y el normal funcionamiento de los pagos internos y externos”. Ninguna otra. El responsable por la tendencia recesionista es el gobierno y su indefinido reformismo acompañado de una política tributaria que se apropia de recursos del sector privado para aumentar un creciente gasto público sin efectos precisados.
¿Son los tomates inflacionistas? No en absoluto.
Javier Fuenzalida A.
Profesor, Universidad Finis Terrae