En diciembre se celebran muchas festividades que unen a las familias, a los amigos y a nuestra sociedad, pero también es una época en que las celebraciones dejan a la vista uno de los mayores problemas ambientales de Chile: la basura. Para ello basta ver lo ocurrido en la peregrinación al Santuario de Lo Vásquez, donde participaron un millón de personas y según un medio de prensa capitalino, se arrojaron más de 30 toneladas de basura en las calles y en la carretera cercanas al lugar.
Como país, generamos miles de toneladas de residuos que se pierden, no se reutilizan y tampoco ingresan a un ciclo que les permita transformarse en otro producto, como es caso del plástico usado para elaborar ropa. Paradójicamente, sorprende saber que Chile compra basura plástica a otros países y que lleguen a importarse unas 15 mil toneladas de botellas para confeccionar bandejas para tortas y otros productos.
Si bien, se han emprendido distintas iniciativas privadas y estatales para que la basura sea reutilizada, reducida o reciclada, también es importante que desde el sector público se implementen iniciativas que permitan sensibilizar a las personas. Por ejemplo, el Ministerio de Educación podría impulsar programas de optimización de recursos en las distintas actividades que se realicen en las escuelas y liceos. De hecho no basta con plantar árboles en los patios o poner contenedores para separar la basura, sino también saber darle uso a los vasos plásticos que sobran de una reunión de apoderados o a los papeles que quedaron de los trabajos en artes plásticas.
Por último, es fundamental que cada persona ponga en práctica esas acciones, que a futuro le reportaran ahorro de recursos, un mejor medio ambiente y nuevos conocimientos.
Jadille Mussa C.
Directora Escuela Arquitectura del Paisaje
Universidad Central de Chile