Para enfrentar los riesgos ambientales en Chile, hay que cambiar el paradigma de lo que consideramos desastre y diseñar nuestro entorno desde la perspectiva del paisaje, lo cual ayudará a amortiguar y mitigar los efectos de la naturaleza.
A nivel país, es necesario que los bordes costeros cuenten con zonas buffer o de transición paralelas a la costa, por ejemplo una ciclovía o un parque con vegetación nativa. Ello permite disminuir la fuerza del mar, en caso de tsunami.
En cuanto a regiones, en el norte chico es importante recuperar las cuencas y evitar las coladas de barro como fue la última crecida del río Copiapó. Los bordes de los ríos muchas veces están secos, y sin ninguna planificación, se instalan basurales y viviendas. Para prevenir, las cuencas se pueden convertir en parques inundables de uso público, con piscinas de decantación para almacenar y controlar las coladas de material.
En la zona central costa, las quebradas podrían convertirse en reservas de flora nativa o en parques con senderos. ¿Beneficios? Se evitan la edificación espontánea y el riesgo de incendios para las personas y sus casas, como lo ocurrido en Valparaíso que dejó más de 12.500 damnificados.
Otra recomendación, en particular cuando las lluvias afectan a Santiago, es usar vegetación adaptada al paisaje, con hojas pequeñas que no tapen los alcantarillados y logren aminorar los anegamientos.
Por último en el sur, donde hemos tenido incendios y erupciones volcánicas, se debería impedir el asentamiento humano cerca de volcanes, ríos y otros lugares peligrosos. También hay que crear zonas de amortiguación y reforestar el paisaje siniestrado.
En resumen, Chile puede aprovechar su paisaje natural para planificar mejor el asentamiento humano en el campo o la ciudad, y de paso disminuir los riesgos ambientales.
Jadille Mussa C.
Directora Escuela de Arquitectura del Paisaje
Universidad Central de Chile
