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¿Por qué crear un matrimonio que no lo es mediante el AVP? El principal reclamo de homosexuales y lesbianas es que la ley no permite que contraigan matrimonio porque este, por definición, es para regular las relaciones entre personas de distinto sexo con el fin de crear una familia consanguínea.

 

Frente a esta restricción han surgido fórmulas que permitan legalmente la asociación entre personas de igual sexos con derechos y deberes análogos a los del matrimonio, excepto que no pueden procrear. La lectura del actual proyecto en discusión en el parlamento se centra en una asociación que permita este nuevo tipo de contrato civil al que ambas partes podrán aportar sus patrimonios y la forma como se resuelve cuando la asociación termina por voluntad de una o ambas partes y por muerte, con lo que se procede a la repartición de la herencia entre quienes corresponda. El proyecto prohíbe a personas relacionadas consanguíneamente constituir de una AVP. Un comentarista describió el caso de dos primas que sin ser lesbianas y que han convivido durante muchos años durante los cuales crearon informalmente un patrimonio común no podrán legalizarlos mediante una AVP.

 

Pero el problema de fondos mas complejo es resolver la herencia conforme de acuerdo al Código Civil y de las normas previsionales. Por lo tanto, sin ser experto en la materia, el problema no lo crea ni los homosexuales ni las lesbianas sino los grados de parentesco consanguíneo que otorga un derecho a los ascendentes y descendientes, según existan o no y peor aun cuando, en ausencia de ellos el estado se apropia del patrimonio del muerto.

 

El problema no existe si se establece la libertad de testar y dejar que libremente sea el testador quien decida quienes heredaran y qué cosas como ocurre en otros países. Contra ello se argumenta que no es justo que un hijo o esposa o “pareja” pueda quedar fuera de la herencia, pero es igualmente injusto que en ausencia de ellos heredan parientes ascendentes o descendientes de un grado superior a dos y que tal vez nunca conocieron al muerto. Peor aún, cuando el estado se apropia todo el patrimonio.

 

Con la libertad de testar, una forma más de respetar la autonomía de la voluntad, se termina con las engorrosas normas del Código Civil. De igual modo no se entiende por qué el proyecto prohíbe a dos personas emparentadas, que no son ni homosexuales ni lesbianas, no puedan constituir una AVP. En su estado actual el proyecto puede fracasar porque no va al fondo del problema, como es la libertad de testar. Bill Gate, cuando fue preguntado por un periodista cuánto dinero dejaría a sus hijos, después que entregó casi el 100 % valorada en cerca de US 70.000 millones a una fundación de beneficencia, respondió, como muchos otros norteamericanos, que tal vez un par de millones de dólares sería suficiente para que cada uno de ellos tenga un buen pasar.

 

 

Javier Fuenzalida A.

Profesor, Universidad Finis Terrae

 

 

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