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Sin Termómetro

columnista5

El médico informa al paciente que no se preocupe por lo que miden y marcan los instrumentos de control, termómetro, manómetro, perfil bioquímico, scaner, biopsias, etc. ¿Es sensato y correcto? Es lo que la nueva Presidenta afirma al sostener que Chile no es sólo un listado de indicadores o estadísticas. Afirmación peligrosa porque significa una de dos. O no sabe para qué sirven los termómetros, o porque no desea ver lo que marcan, tratándose de la evaluación de su gobierno. Considerando que estudió medicina, lo primera es difícil de sostener, de modo que su negativa se refiere a lo segundo.
La razón, una especie de envidia porque el gobierno saliente muestra un buen record en cuanto a los resultados de la mayoría de las iniciativas, políticas y actos de gobierno, notoriamente mejores que los la primera Presidencia de Bachelet y que podrían repetirse en este segundo gobierno. Si en el primero su Concertación fue una bolsa de gatos, el ahora ampliado con el PC puede ser una hecatombe.
Pero también puede ser una forma de evitar que su gestión sea evaluada con indicadores cuantitativos que son más objetivos, claros y precisos que “me tinca…me parece, creo que, cachai…
El temor a que sea lo segundo se funda en las primeras decisiones sin termómetros. Nombramientos fracasados por malos antecedentes de los elegidos, exoneración (¡renuncias voluntarias¡) de funcionarios públicos, a pesar de haber sido designados por concurso, para darle dejarle el sillón a los apadrinados; juristas que desean imponer sus ideas aún “por las malas”, canciller que quiere someterse a los designios de naciones que muestran ser poco confiables, ministro de Hacienda que quiere aumentar los impuestos cuando la economía se desacelera; propiciar una reforma educacional sin tener un plan de acción y sin saber el efecto que tendrá la nueva educación como lo ha demostrado Joaquín Brunner; deteriorar los servicios de salud para la población más modesta porque a la ministra no le gustan los edificios hospitalarios concesionados, sabiendo que el estado no tiene los recursos para nuevas construcciones; intendente que pide perdón por una política de tierras iniciada por España y apoyado por un Papa (bula de Alejandro VI), rehacer innecesariamente un censo a un costo de US$ 600 millones.
El mayor peligro es abdicar a un manejo eficiente del estado. Mucho esfuerzo y tiempo requirió dictar nuevas leyes para poder contratar personas capaces para administrar el estado sin que su nombramiento recayera sobre los apadrinados por los políticos, dándole estabilidad y eficiencia a la gestión pública. De igual modo no fue fácil dictar las leyes sobre la transparencia, como asímismo, publicar en forma permanente la información de gestión, cualitativa y cuantitativa en las páginas web de las reparticiones públicas (accountability).
Menospreciar los termómetros puede llevar a ocultar la temperatura para que el paciente crea que está bien.

 

 

Javier Fuenzalida A., Profesor

Universidad Finis Terrae

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