Mucho se discute sobre la distribución de la riqueza, cada vez con más subjetividad y pasión y con menos objetividad. Se le califica como inaceptable, inmoral, injusta, vergonzosa y se proponen toda suerte de iniciativas confiscatorias y violación de los derechos humanos de ahorrantes e inversionistas. Escasean estudios empíricos basados en informaciones objetivas para situar el problema en su verdadera magnitud. Recientemente el francés Piketty ha sido elevado a una especie de Robin Hood globalizado por su libro sobre el capitalismo del siglo XXI. Afortunadamente connotados académicos y publicaciones especializadas han denunciado las deficiencias teóricas, las manipulaciones estadísticas, errores metodológicos, exceso de juicios subjetivos.
Entre nosotros hay valiosos estudios académicos poco divulgados. Uno es «Chile más Equitativo» de Claudio Sapelli. Una profunda investigación para dilucidar lo que hay detrás del conocido índice de distribución de Gini, concluyendo que nuestra desigual distribución promedio resulta del conjunto de distribuciones parciales por grupos de edad en que las más desiguales corresponden a las cohortes de mayor edad, siendo muy igualitaria las de los jóvenes. Así, al aumentar la esperanza de vida, aumenta el peso relativo de la población mayor, neutralizando el efecto de la alta movilidad social empíricamente comprobada, semejante a la que se observa en países desarrollados.
David Bravo ha revisado la metodología para calcular el Gini, descubriendo dos importante sesgos que exageran el índice de desigualdad. Los pobres tienden a subestimar su ingreso para poder gozar de los subsidios estatales. Al mismo tiempo el de los mayores ingresos tienden a sobreestimar sus patrimonios especialmente la propiedad de la vivienda. Resultado, el valor de Gini de 0.53 calculado en base a la encuesta Casen baja a 0.48. Chile no está en el peor de los mundos como concluyen algunos y la distribución se sitúa entre las más igualitarias del continente.
¿Quiénes son los dueños de la riqueza en Chile? Los estudios del Ministerio de Hacienda y del Banco Central contienen información sobre el valor del capital nacional y las viviendas representan alrededor del 35% de éste. La casa propia es un capital desconcentrado. El capital en activos productivos que forma parte del patrimonio de las empresas pertenece a accionistas, socios, ahorrantes en fondos mutuos, fondos de pensiones etc. En 1981 las inversiones de los fondos de pensiones representaban el 2,7% del capital nacional. Hoy en 2014 alcanza al 18,3%. Por consiguiente sumando la propiedad de viviendas y el capital en los fondos de pensiones, los no ricos, clase media y parte de los pobres son propietarios del 52% del capital nacional.
Hay una discrepancia entre la distribución más igualitaria de la riqueza y una excesiva regresividad del ingreso, siendo que esta última está exagerada a la luz de las evidencias encontradas por Sapelli y Bravo. La distribución real es menor que el 0.48 estimado por Bravo ¿Cuánto menor? Es la tarea que hay por delante y enmendar los prejuicios subjetivos de políticos y la calle.
Javier Fuenzalida A.,
Profesor, Universidad FinisTerrae
