No hay rama del conocimiento ni profesiones que puedan prescindir de las estadísticas, sea para cuantificar hechos o para verificar evidencias que los expliquen. La medicina no escapa a ello, por lo que es imperdonable el error cometido por Bachelet, médico de profesión, en una reciente entrevista periodística.
Ante la pérdida de popularidad y reprobación a su gestión, respondió: “Yo tengo dos encuestas, la que veo en los medios y la de la calle. Y en la calle, la gente me dice otras cosas. Y claro, una se pregunta si será que invitan sólo a los amigos, pero también estoy hablando de actividades en comunas donde los alcaldes no son de la Nueva Mayoría y la gente me pide que siga adelante.”
En otras palabras, afirma que la opinión de, 5, 10, 20 personas es una constatación de lo correcta que es su gestión, por lo tanto serían falsos los resultados de diferentes y sucesivas encuestas, desde inicios del 2014 hasta el mes pasado, cada una con muestras superiores a 1.000 personas y con un margen de error estadístico del orden de 3%, técnicamente aceptable.
Error inaceptable en un médico que debe tener conocimientos estadísticos porque todos los análisis que practica en sus pacientes se basan en muestras.
Nadie duda que unas cuantas gotitas de sangre permite comprobar sus características que el médico las extrapola a los cinco litro de sangre que contiene el cuerpo humano. Lo mismo sucede con todos los exámenes que practican y ningún paciente se le ocurre refutar alegando que el estacionador de autos de la clínica opina lo contrario.
La certeza del diagnóstico es posible porque se cumplen con ciertas condiciones: la muestra se escoge en forma aleatoria para evitar que pueda estar sesgada por factores incontrolables (estar “en ayunas o no haber ingeridos ciertos medicamentos), el tamaño es tal que el margen de error (la probabilidad que arroje resultados incorrectos) es mínimo, generalmente del orden de más/menos 2,5% de desviación respecto al promedio cuantitativo de los resultados. Por ejemplo la cantidad de glóbulos rojos encontrados en una muestra de 1 cc de sangre permite inferir que la persona examinada tiene 4,9 millones o 5,2 millones en sus 5 litros.
En cambio nuestra Presidente médico ignora algo tan elemental que debió estudiar en la escuela de medicina, sin reparar que su inusitada muestra de “la calle” es incorrecta porque no es seleccionada al azar y puede estar afectada por otros factores (fueron acarreadas en un bus o se les ofrece un desayuno si acuden a la reunión, o se les promete un bono, etc.).
Ignorar la calidad de una sucesión de encuestas realizadas por diferentes instituciones, en diferentes meses cuyas mediciones tienden a coincidir es otro error, porque la inferencia estadística indica que la media de las medias tiende a la media del universo. Esto es, si esas encuestas indican que el promedio de rechazo a su gestión es de 78% (variando entre 76% y 80%) proyectada a los 14,3 millones de mayores de 15 años, el rechazo sería de 11,2 millones a 11,4 millones de habitantes, aplastante en comparación con los 3,5 millones que votaron por ella en 2013.
Bachelet saldría rajada en el curso de estadística y no podría ejercer como médico.
Javier Fuenzalida A.
Profesor, Universidad Finis Terrae