Los alumnos de la UTALCA confeccionaron herramientas temporales que permiten a los beneficiados hacer una vida normal. “Estamos muy contentos y yo estoy muy orgullosa de mis alumnos”, comentó la profesora Maryela Meza.
Volver a empezar, a tener esperanza y encantarse con la vida, es el significado que tuvo la entrega de pilones de marcha para 15 pacientes amputados, que recibieron esta solución elaborada por estudiantes de la Escuela de Kinesiología de la Universidad de Talca, en un proyecto de la cátedra Órtesis y Prótesis, que se dicta en cuarto año de la carrera.
Alrededor de 40 alumnos trabajaron con ese objetivo, organizados en grupos que contactaron a personas amputadas, por enfermedad o evento traumático, y las instaron a participar. El resultado final se conoció en el momento en que los grupos expusieron el proceso de su trabajo y entregaron los pilones de marcha a los pacientes, en el auditorio de la Escuela.
“En un taller aprendimos a hacer el molde a la medida, después confeccionamos un positivo que es como una pierna de yeso y luego tuvimos que resolver qué materiales utilizar —como fibra de vidrio, PVC, resina y aluminio para los vástagos—, pensando en las necesidades de los pacientes”, señaló la estudiante Jessica Jaque.
La profesora a cargo de la asignatura, Maryela Meza, explicó que el proyecto tuvo por finalidad proveer una solución temporal a pacientes amputados que por diversas razones no han recibido sus prótesis definitivas. “La mayoría requiere financiamiento estatal y no lo han logrado. Algunos esperan desde hace 10 años”, acotó, junto con explicar que antiguamente los pilones de marcha se hacían de yeso y de palos de escoba y solo duraban 20 o 30 días. “Nosotros usamos toda la energía, imaginación y creatividad de los estudiantes para buscar soluciones tecnológicamente más adecuadas, que duren más y resuelvan el problema de la marcha”, precisó.
Maryela Meza aseguró que estos pilones pueden durar tres o cuatro años, lo que dependerá de que el muñón no cambie, lo que ocurre en el tiempo. “Por eso es importante que lo cuiden, que hagan ejercicio, pero los materiales utilizados son altamente resistentes”, recalcó.
La docente destacó la disposición de los pacientes de volver a caminar y reinsentarse en una vida normal, “así que estamos muy contentos y yo estoy muy orgullosa de mis alumnos”.
En su opinión, es muy posible que este tipo de soluciones se multiplique, dado que no hay suficientes recursos para dotar de prótesis a todos los amputados. “A nosotros nos costó acceder a ellos porque son un poco territorio de nadie. Por eso invitamos a los alumnos a que cuando vayan a trabajar en sus internados o centros definitivos de trabajo, se hagan responsables de esta realidad social y entreguen soluciones rápidas y de bajo costo como éstas, que ya se ve que van a tener un muy buen resultado en la comunidad”.
Uno de los beneficiados del proyecto, Fernando Gajardo, de la comuna de Licantén, comentó con emoción que a él le “cambió la vida porque ahora puede movilizarme y no estar sentado en la casa sin poder hacer nada. Ppuedo ir al baño, bañarme”. En su caso, la amputación vino hace cinco meses, después de un accidente de caza cuando se le escapó un tiro que le destruyó la rodilla. “Tengo que asumir que eso me pasó y ahora hay que hacerle empeño y empezar a vivir de nuevo”, sostuvo.
Lograr que los pacientes puedan mejorar su calidad de vida es para el estudiante Diego Navarrete, el sentido principal del proyecto, porque cuando las personas dejan de contar con sus piernas pierden funcionalidad. “Con estos pilones de marcha, aunque no sean definitivos, ellos se encanten con la vida nuevamente. Es reconfortante ver al final la sonrisa del paciente al volver a caminar”, recalcó.