La Fundación San Carlos de Maipo lanzó el primer estudio de Exclusión en el país, donde se analizan los factores que se repiten en aquellas personas privadas de libertad.
Falta de educación, de salud, consumo previo de sustancias problemáticas como drogas o alcohol, son algunas de las condiciones y conductas que más se repiten.
“Como sociedad tenemos que ser capaces de mirar las causas y no sólo los efectos, capaces de sobreponerse al ánimo de castigo, buscar la justicia oportuna y operativa, creando espacios de reinserción” enfatiza Marcelo Sánchez, gerente general de la Fundación San Carlos de Maipo.
De acuerdo a los resultados entregados por el primer estudio de Exclusión en Personas Privadas de Libertad en el país, impulsado por la Fundación San Carlos de Maipo y ejecutado por Paz Ciudadana, el 86% de la población penal encuestada no contaba con educación escolar completa antes de estar privado de libertad, siendo el 7,3% analfabeto, parámetros donde prácticamente duplican a la población normal. Este bajo nivel formativo se relaciona con condiciones familiares: baja escolaridad de los padres y problemas familiares y económicos. 1 de cada 4 internos tuvieron un padre/madre interno, antes de la reclusión 64,7% abandonó su hogar siendo menor de edad y el 42,5% estuvo alguna vez en un centro de menores, un grupo importante de internos no tenía previsión alguna (31,6%), diez veces más que la tasa poblacional. Asimismo, la muestra también registra altos índices de consumo de drogas y alcohol, previo al encarcelamiento llegando a 61,6%.
La Fundación San Carlos de Maipo, que ha trabajado con población Penal desde el 2012, lanzó este estudio de Exclusión, con apoyo de Gendarmería, donde se encuestó a más de dos mil internos de recintos penales ubicados en: Antofagasta, La Serena (tanto a hombres como a mujeres), Rancagua, Concepción, Temuco, Puerto Montt, Santiago Sur, Colina I y CPF San Joaquín.
“Hablar de exclusión social no supone de entrada que ella sea causa basal del comportamiento criminológico, pero llama poderosamente la atención que entre los resultados obtenidos, la población encuestada tenga diferencias estadísticamente significativas respecto a la población general. Lo que nos refiere a mirar en profundidad cómo la falta de acceso a determinados bienes sociales puede incidir a potenciar comportamientos antisociales en una persona con riesgo criminológico y -en consecuencia- debiera poner un alerta en factores de riesgos, tales como la deserción escolar, el consumo problemático de drogas y alcohol, el abandono temprano del hogar, el acceso a la salud, el embarazo adolescente y otros que puedan catalizar conductas de riesgo” es enfático en señalar, Marcelo Sánchez, gerente general de la Fundación San Carlos de Maipo.
El estudio propone comprender la exclusión social considerando las siguientes dimensiones: económica, laboral, formativa, salud, habitabilidad y entorno, personal, social y relacional, y de participación social. “Si analizamos el nivel de reincidencia de la población penal estudiada, podemos observar que 65,2% de los encuestados registra reincidencia penitenciaria, y de este grupo, para el 76,8% la condena actual corresponde al menos a su tercera reclusión, ratificando las estadísticas generales que demuestran que entre un 50% y 60% de la población penal reincide antes de los 3 años. De lo anterior se demuestra claramente la baja efectividad de los procesos de reinserción, más aún es interesante comparar si en relación al costo de cada interno, no será más costo eficiente otros métodos de condena alternativa”, observa Marcelo Sánchez.
Según las últimas cifras de victimización, en 1 de cada 4 hogares hay alguien que ha sido víctima de un delito, peor aún igual número ha sido incluso re victimizado. Una mayoría aplastante cercana al 80% percibe un aumento en la delincuencia y aunque las estadísticas muestran un leve descenso, se estima en más de un 40% las víctimas que no denuncian.
“Es importante levantar información que revele el impacto desagregado de las acciones que se están haciendo, de la efectividad de las estrategias de persecución criminal, del uso de las tecnologías de análisis que permitan geo referenciar las zonas y tipos de delitos que más aportan a la victimización, dónde se encuentra la ruta criminal. Quienes por distintas razones trabajamos o vivimos en sectores de mayor vulnerabilidad podemos observar comportamientos repetitivos, mayor exposición del delito, riesgos evidentes en determinados sectores. La falta de iluminación, presencia de muros que se transforman en trampas, eriazos y lugares degradados, son condiciones que catalizan la acción delictiva. De lo anterior podemos concluir que resulta evidente que es posible desarrollar capacidades en nuestras policías para un trabajo coordinado, costo eficiente, focalizado y, en consecuencia, oportuno, con resultados medibles y evaluables, no sólo en la persecución, sino en la prevención del delito” comenta el ejecutivo.
Es de esta forma que para la fundación San Carlos de Maipo es prioritario poder abordar aquellas condiciones de exclusión, con el fin de prevenir el surgimiento de conductas delictivas de manera temprana.
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