Gracias a una iniciativa financiada por la Fundación para la Innovación Agraria y ejecutada por Coopeumo, se pudo rescatar la semilla de este antiguo tomate permitiendo que los horticultores de la región lo planten y vendan a un mejor precio.
Hace un año “Don José” jamás se imaginó que algún día sería un personaje famoso, que saldría en la televisión y en los diarios y menos que eso pasaría debido a su trabajo como agricultor. Pero fue gracias al proyecto “Rescate y valorización del tomate rosado de Peumo”, que Don José fue portada de varios medios nacionales e internacionales, por ser uno de los pocos en rescatar y sembrar las semillas de un tomate que estaba destinado a desaparecer.
Este tomate era el que se consumía hace cincuenta años en el campo de la zona central de Chile, pero que se fue perdiendo debido a la irrupción del tomate de larga vida. Las personas de edad cuentan que tenía características únicas, debido a su sabor, aroma y jugosidad. Por eso es que algunos agricultores como Don José siguieron plantándolo durante las últimas décadas.
Ésta fue una de las razones que motivó a la cooperativa agrícola Coopeumo a postular un proyecto que pudiese rescatar esta semilla y poner en valor este tomate que, además de ser diferente a la oferta actual, revive los aspectos tradicionales, territoriales y familiares de la historia de Peumo y comunas vecinas.
“El proyecto no solamente buscó reproducir semillas, sino que también poner en valor un producto, que a grandes luces tenía “defectos”; como su aspecto deforme, su excesiva jugosidad y tamaño y con una postcosecha muy corta; pero conversando y hablando con el mundo gastronómico nos dimos cuenta que esos defectos eran atributos, sumado a que el tomate no estaba intervenido, ni modificado genéticamente, ni industrializado”, comenta Rodolfo Cortés, Coordinador del proyecto.
La iniciativa que fue financiada por la Fundación para la Innovación Agraria (FIA), apuntó a que los pequeños agricultores que aún cultivaban esta variedad pudiesen ofrecer sus tomates rosados a un mercado gourmet, con un público que hoy demanda alimentos exclusivos y novedosos, con garantías de inocuidad, que asimilen el consumo de un producto no sólo a su apariencia y sabor, sino también por un relato y una historia detrás de él.
Juan Carlos Galaz, profesional de FIA, señala que este proyecto fue financiado a través del programa de valorización del patrimonio y que tuvo muy buenos resultados. “Gracias a esta iniciativa hoy podemos entregar a los agricultores alternativas para poder mejorar sus ingresos familiares, rescatando productos olvidados, aumentando su potencialidad, y resaltando sus características y cualidades y de esa manera generar un mejor negocio para ellos”, explicó.
El proyecto permitió darle un mejor manejo técnico al cultivo del tomate rosado, otorgando una mayor vida de postcosecha, soportando bien las condiciones del verano y siendo más resistente al ataque de plagas y enfermedades, sin tener que recurrir a agroquímicos.
Don José cuenta que el tomate rosado le cambió la vida. “La venta se disparó y hoy me falta terreno para producir más. Actualmente casi todos saben las características del producto y la gente lo está pidiendo. La calidad y lo natural es lo que aquí está mandando, se rescató para quedarse y magnificarse en todo el país y porque no decirlo al extranjero, que ya he recibido hartos llamados”, comentó.
Esta exitosa iniciativa permitió que varios pequeños productores hortícolas de la zona produzcan y vendan el tomate rosado a un precio mayor que el del tomate industrializado, y que hoy sea valorado por importantes chefs y restaurantes que buscan ofrecer productos orgánicos y con identidad.
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