El dolor, por lo general, es reconocido como una señal de alarma que nuestro cuerpo envía para protegernos. Sin embargo, cuando este se prolonga por tres meses o más, se considera crónico y deja de ser una medida de defensa para convertirse en una enfermedad que merma la calidad de vida de los pacientes[i].
En Chile, esta patología tiene una alta prevalencia: de acuerdo con una investigación de la Asociación Chilena del Estudio del Dolor y Cuidados Paliativos (Ached-CP), un 32% de la población del país padece dolor crónico no oncológico, un 60% presenta dolores moderados y, en el caso de cuadros severos, un 20% mantiene este tipo de dolencia. Por otro lado, el 44% de las personas que padecen la enfermedad presenta cuadros de dolor por más de un añoi.
Sobre los principales impactos en los pacientes con dolor crónico, la doctora Carolina Rivera, fisiatra y presidenta de la Sociedad Chilena de Medicina Física y Rehabilitación, Sochimfyr, explica que “desde el punto de vista emocional, las personas afectadas por esta patología se sienten algo estigmatizadas no sólo por parte de los médicos, sino que también desde el ámbito familiar. Esto ya que toda la rutina diaria se torna en base al dolor, lo que genera síntomas como ansiedad, frustración y cuadros depresivos al no poder manejar la afección. Desde lo físico, aparecen múltiples síntomas, pero principalmente está la fatiga muscular en manos, brazos y piernas por dejar de usarlos al sentir dolor intenso”.
En ello coincide Alejandra Rodríguez, miembro del directorio de la Asociación Chilena para el Estudio del Dolor y Cuidados Paliativos (Ached-CP), directora del Centro del Dolor en Chile y doctoranda en psicología. Por ello, destaca que el abordaje debe ser interdisciplinario, considerando la “la psicología clínica y las especialidades indicadas para reducir los factores psicológicos de riesgo. Las personas deben saber que es posible mejorar su condición y que ellos pueden aprender a manejar el dolor, aumentando su autoeficacia”.
Al respecto, la especialista de Ached-CP añade que “el padecer de dolor crónico genera una discapacidad, ya que la intensidad de molestia no permite realizar la vida diaria como se estaba llevando habitualmente, provocando un efecto de bola de nieve que merma todos los aspectos de la vida de la persona”.
Al respecto, Maureen Menares, profesora de enseñanza básica, relata su experiencia como paciente con dolor crónico, enfermedad que la aqueja desde
5 CLAVES PARA ENTENDER Y EVALUAR EL DOLOR
En el marco del Día Mundial contra el Dolor, el doctor Leonardo Lourtau, director médico de Grünenthal Chile, destaca algunos datos esenciales para comprender la enfermedad:
El dolor crónico, en algunos casos, constituye una enfermedad en sí misma: recientemente, la Organización mundial de la Salud (OMS) actualizó la Clasificación Internacional de Enfermedades (CIE-11), incorporando conceptos que permiten clasificar de mejor manera las patologías que cursan con dolor crónico e identifica algunos tipos de dolor crónico como como una enfermedad en sí misma.
Es uno de los principales motivos de consulta médica: entre las causas más comunes de consulta, están el lumbago, osteoartritis, y los dolores de cabeza[ii]. Su contacto inicial suele ser con los médicos de atención primaria y medicina interna. “Debemos seguir avanzando en promover la educación entre pacientes y médicos, para entender y tratar de forma eficaz el dolor crónico”, sugiere el Dr. Leonardo Lourtau.
El dolor crónico puede ser incapacitante: la OMS indica que una de cada tres personas con dolor crónico perdería la capacidad de desarrollar sus actividades diarias con normalidad[iii]. “En concreto, los pacientes podrían tener dificultad para realizar tareas básicas como hacer ejercicio, dormir adecuadamente e incluso caminar”, señala Lourtau.
El acceso a su tratamiento es un derecho humano: así lo declara la (OMS)[iv]. “Es importante recalcar que cada paciente vive el dolor de manera individual, por lo que su tratamiento también debe ser abordado de forma personalizada e, idealmente, con un equipo multidisciplinario. El dolor impacta al paciente en varias dimensiones, por lo que es necesario tratarlo en cada una ellas: salud física, mental, salud afectiva y calidad de vida, por nombrar algunas”, enfatiza Lourtau.
Su evaluación correcta y oportuna es esencial para proveer alivio al paciente: “Algunos pacientes pueden pasar años sin encontrar un diagnóstico y tratamiento adecuado para su dolor, lo que a la larga hace aún más difícil encontrar alivio. El foco debe estar, además, en la rehabilitación y recuperar la funcionalidad, para que la persona pueda mejorar su calidad de vida”, enfatizó el director médico de Grünenthal Chile. La evaluación del dolor crónico requiere de una historia clínica completa y detallada, de exámenes clínicos exhaustivos y del uso de escalas de autoevaluación del dolor, como la Escala Visual Analógica (EVA)iii, que permitiría estimar la intensidad del dolor del paciente.
EL DOLOR EN CHILE: LA OTRA PANDEMIA
La doctora Carolina Rivera señala que aún podemos mejorar como país en el abordaje del dolor, para ello recalcó que “nos faltan más Unidades de Dolor, ya que hay muy pocas a lo largo de Chile, así como también más expertos en esta enfermedad y, por último, políticas públicas que permitan un diagnóstico oportuno y mejorar el acceso a medicamentos”.
El pasado 9 de septiembre, de manera unánime, el Senado aprobó en general el proyecto de ley de dolor crónico no oncológico y fibromialgia, que continúa en trámite legislativo. Esto, a raíz de la constante discriminación sufrida por sus pacientes, principalmente a través del rechazo de licencias médicas y la falta de acceso a la atención de salud. Sin embargo, aún queda camino por recorrer en este sentido.
La fibromilagia es una de las patologías que también presenta cuadros de dolor crónico y que, por su dificultad al momento de diagnosticar afecta la calidad de vida de las personas. Marcial del Río, arquitecto chileno y exconductor del programa Extreme Makeover Home Edition Latinoamérica, padece esta enfermedad desde hace 15 años y señala que “lo más complejo son los dolores inexplicables en todo el cuerpo, el cansancio crónico y la baja considerable en el estado de ánimo, sumado a la dificultad para llegar a un diagnóstico definitivo, lo que claramente retarda el comienzo de cualquier tratamiento”.
Al respecto, indica que “hay muy poca visibilidad del dolor como algo crónico en la opinión pública, lo que dificulta el acceso a tratamientos para los pacientes”. Asimismo, llama a generar más conciencia sobre el dolor como una enfermedad en sí misma, con lo que “ayudaríamos a disminuir la discriminación, la afección en la calidad de vida y las etiquetas sociales”.
[i] Bilbeny, N., Miranda, J., Eberhard, M., et al. (2018). Survey of chronic pain in Chile – prevalence and treatment, impact on mood, daily activities and quality of life. Scandinavian Journal of Pain, 18(3), pp. 449-456. https://doi.org/10.1515/sjpain-2018-0076
[ii] Cohen, S. P., Vase, L., & Hooten, W. M. (2021). Chronic pain: an update on burden, best practices, and new advances. The Lancet, 397(10289), 2082-2097. Disponible en: https://www.thelancet.com/journals/lancet/article/PIIS0140-6736(21)00393-7/fulltext
[iii] World Health Organization supports global effort to relieve chronic pain (2004). https://www.afro.who.int/news/world-health-organization-supports-global-effort-relieve-chronic-pain
[iv] Brennan F, Lohman D, Gwyther L. Access to Pain Management as a Human Right. Am J Public Health. 2019 Jan;109(1):61-65. doi: 10.2105/AJPH.2018.304743. PMID: 32941757; PMCID: PMC6301399 Disponible en: https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC6301399/