Claudia González Académica de la Carrera de Pedagogía en Educación Diferencial UDLA Sede Viña del Mar
Según la Real Academia Española, Diccionario Panhispánico del Español Jurídico, el voluntariado es un “conjunto de actividades de interés general desarrolladas con carácter libre y solidario por personas físicas, sin contraprestación económica o material, a través de ciertas entidades conforme a programas concretos”.
Sin duda, un concepto vigente y muy valorado en nuestros tiempos, plasmado incluso en la Agenda 2030, donde se declara la necesidad e importancia de considerarlo como una fuerza necesaria para la aceleración de los Objetivos de Desarrollo Sostenibles (ODS), reconociendo la importancia del rol vital que desempeñan los voluntarios en todo ámbito para comprometer a la ciudadanía a avanzar hacia un mundo pacífico, libre de pobreza, hambre y desigualdad, con un medio ambiente sostenible. El programa de Voluntarios de las Naciones Unidas (VNU) nos invita a comprender que esta actividad fomenta el sentido local y crea resiliencia al incrementar el compromiso de las personas y la acción comunitaria.
¿Cómo se vive el voluntariado en nuestro contexto más cercano? En las últimas semanas en el país hemos sido testigos de incendios forestales de gran magnitud, en los que han surgido aquellos héroes llamados bomberos, que forman parte de un voluntariado organizado y sistematizado, pero sin contraprestación, asumiendo un compromiso claro, formal y público con la comunidad.
Por otro lado, existen también voluntarios anónimos, quienes dando sentido local en diferentes lugares, por ejemplo, son capaces de acercarse a personas en situación de calle para compartir un café, una sopa y un trozo de pan, teniendo el cielo como techo.
¿Cómo generar el espíritu del voluntariado? Tremendo desafío para las familias e instituciones de educación que con el ejemplo deben modelar las virtudes de este servicio. Los planteles de educación superior están llamados a fomentar en sus estudiantes el compromiso comunitario y la responsabilidad con el prójimo, apoyados con los estándares docentes, desarrollando habilidades, conocimientos y competencias que les permitan avanzar hacia la detección de necesidades y solución de problemáticas que presenta su entorno.
Miremos nuestro contexto y seamos voluntarios, estamos todos llamados por vocación social y solidaria. Del mismo modo, propiciemos acciones que inviten a las nuevas generaciones a ser parte de esta tremenda experiencia y seamos participes de los desafíos reales de los ODS de la Agenda 2030.