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Personas en situación de discapacidad: ¿cómo aportar el logro de su felicidad?

(columna sto tomas)

Mucho se habla de niños con necesidades educativas especiales y en Chile se hacen esfuerzos para atender y entregar un servicio acorde a dicha población.

 

Sin embargo, hay una realidad que no sólo a nivel nacional ha cambiado en las últimas décadas. La población con dichas necesidades ha crecido y muchos de ellos ya son adultos. Un dato es que el límite de edad para que un alumno forme parte de la educación especial en Chile es 26 años, pero la expectativa de vida para individuos con discapacidad ha aumentado, siendo en la actualidad cercana a los 60 años. Muchas investigaciones siguen hablando de niños, pero en la realidad ya no lo son y por más que los padres continúen tratándolos de manera infantil (entendible desde lo subjetivo que puede ser tener un hijo con Autismo, Discapacidad Intelectual o Síndrome de Down, entre otros diagnósticos) hoy el concepto debe ser otro: Autonomía.

 

No existen manuales específicos en lo que se refiere a crianza, pero hay algunas orientaciones que de ser tomadas en consideración, pueden marcar una diferencia positiva en el desarrollo de una persona con discapacidad.

 

¿Hacia dónde apuntar?, ¿cuál debe ser el norte? lograr el bienestar del individuo. Parece obvio, pero ¿cómo se logra aquello en un adulto con tales características? Lo primero es desarrollar y reforzar constantemente su autonomía mediante el aprendizaje de hábitos, como por ejemplo, en la higiene y la presentación personal. Segundo, desarrollar actitudes de vida independiente a través de comportamientos autónomos, ya sea insertándose en el mundo laboral o manejar dinero de manera correcta. Tercero, estimular el desarrollo de actividades nuevas o distintas a la rutina, ya sea deportivas o artísticas. Finalmente, propiciar relaciones sociales estimulando la participación en situaciones grupales con amigos y pares que le permitan a esa persona vincularse emocionalmente con otros.

 

Hasta acá se han discutido aspectos de las personas con discapacidad, pero falta un actor clave: su familia. Es innegable que el rol de ésta es muy importante en el desarrollo de un individuo y en alguien con discapacidad lo es aún más. Pero, ¿qué actitud debe tomar esa familia? Debe adaptarse a las características de ese individuo con discapacidad y la clave para hacerlo es la motivación. Algunas orientaciones para motivar a las personas a desarrollarse y lograr sus objetivos (esto no sólo para quienes tienen alguna discapacidad) pueden ser: reconocer los logros mediante el refuerzo positivo, estimular la constancia dando apoyo y tiempo para que se terminen las actividades que se inician y, quizás lo más importante de todo, hacer de la afectividad una estrategia incesante a través de la empatía, la escucha activa y la asertividad.

 

Siempre escuchamos que el fin último de un ser humano es ser feliz, y cuando compartimos con una persona con discapacidad tenemos un rol importantísimo en esa felicidad: motivar y reforzar constantemente. Al hacerlo, le permitimos adaptarse a su contexto logrando conocerse, valorarse, desarrollando su identidad. La autonomía y el bienestar son, en este sentido, claves importantes para el logro de esa felicidad.

 

 

Pedro Lobos

Docente Área Educación

Santo Tomás Rancagua

 

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Diario El Cachapoal - Región del Libertador General Bernardo O'Higgins, Chile.
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