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Educación y su rol en la construcción de género

(columna sto tomas)

Se hace necesario reflexionar sobre el rol que tiene la educación formal como institución socializadora y formadora, al moldear tempranamente habilidades y destrezas, demarcar oportunidades e intervenir en las orientaciones y proyectos de vida de niños y niñas. Es aquí donde cobra sentido el imperativo de construir desde el aula las bases para la igualdad de oportunidades para hombres y mujeres, particularmente frente a un cambio fundamental que tiene a esta generación como protagonistas.

 

En este sentido adquiere relevancia lo que la educación adquiere para la construcción del proyecto de vida de cada uno de estos y estas jóvenes. Es por ello que los esfuerzos que la educación formal realiza por apoyar la materialización de esos proyectos no deben perder de vista los sujetos que los sostienen: son jóvenes que tiene expectativas pero que, al mismo tiempo, ya vislumbran el horizonte de sus posibilidades reales y de las limitaciones a las que se verán expuestos en el futuro. La elección ante una variedad de contenidos vocacionales futuros no se hace necesaria ni exclusivamente de acuerdo con las aptitudes e intereses individuales; más bien, viene determinada por un sistema social y educacional  que sustenta los estereotipos de género, que restringe y limita las opciones. En contraposición a ello, las adolescentes otorgan a la educación un carácter libertario, el de constituir un pilar y apoyo en la construcción de vidas distintas, es ahí el dilema y la responsabilidad.

 

En este ámbito la identidad está determinada, en gran parte, por el contexto sociocultural e histórico en que se desenvuelven las personas. Este contexto impone ciertos patrones, normas y valores, así como rasgos de identidad que se interiorizan y permiten la reproducción del sistema social.

 

La identidad de género cobra sentido en la medida en que los hombres y mujeres interiorizan atributos, formas de ser y actuar, acordes a lo socialmente definido como masculino y femenino. Es decir, se asumen conductas diferentes, de acuerdo a si se es hombre o mujer. Sin embargo, sucede que los valores asignados a lo femenino tienen menor valor que los asignados a lo masculino, lo que trae como consecuencia una fuerte discriminación y desvalorización en contra de las mujeres, modelo basado en un sistema de dominación masculina que legitima y reproduce la opresión de estas últimas.

La construcción de identidades y proyectos de vida deben permitir a todas las personas tomar decisiones libres e informadas y crear condiciones materiales de vida, que posibiliten el desarrollo máximo de sus capacidades y potencialidades. Deben partir de una valoración igualitaria de los sexos, que reconozca las potencialidades que cada persona tiene, sin discriminación alguna.

 

Para que tanto hombres, como mujeres puedan construir proyectos de vida, es necesario que las personas adultas y las instituciones a las que pertenecen,  acompañen los procesos de búsqueda de independencia y autonomía de las niñas, niños y personas adolescentes y jóvenes. Este acompañamiento debe darse en un marco de relaciones de respeto, apoyo y colaboración, en lugar de autoridad y control, para promover procesos de cambio en la construcción de una sociedad justa y equitativa, donde las desigualdades no definan las relaciones entre las personas.

 

 

 

Esperanza Faundez Escandor

Jefa Carrera Servicio Social

Santo Tomás Rancagua

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Diario El Cachapoal - Región del Libertador General Bernardo O'Higgins, Chile.
Fundado en Rancagua el 05 de Noviembre del 2003.