Según el Ministerio Público entre el primero de enero y el 30 de septiembre de este año 2015, se han denunciado 83.998 robos violentos en el país. Esto es, asaltos a personas en la vía pública o en sus hogares, y otras variantes en que se usó la violencia en contra de las personas o las cosas (viviendas). De ese porcentaje – dice Carabineros -100 robos diarios son de automóviles y solo el 3% corresponde al famoso “portonazo”.
Luego, menos del 1% de los robos que se producen en Chile – en este caso en Santiago (portonazos) son dignos de toda esa alharaca mediática que usted mira día a día en la televisión y en los diarios capitalinos. El otro 99,9% de los asaltos no tiene mayor relevancia porque evidentemente no aconteció en un determinado barrio, ni afectó a los ciudadanos de primera clase, víctima privilegiada y cuyo dolor y rabia es de mayor relevancia que la suya o la mía en el mismo trance.
En la región de O’Higgins en el mismo período, tuvimos 4 mil denuncias formales por los mismo delitos (robos violentos) y no hay ningún portonazo (ninguno informado por Carabineros) aunque no faltará el que diga que sabe de un vecino de Machalí o de Rengo que ha sido víctima de tal variante, según “las confiables y muy responsables” redes sociales.
Hemos tenido robos con homicidio y algunos otros hechos terribles relacionados a robos, pero no hay portonazos en la Región de O’Higgins.
Los medios televisivos dedican casi el 20% de los noticiarios a hacernos creer que ese delito es el más terrible en el país (hay más homicidios y abusos sexuales que afectan a menores que los famosos portonazos). Pero no otorgan día a día la misma cobertura a los delitos de cuello y corbata que nos dañan a todos (a diferencia de estos 84.000 asaltos que podrían eventualmente afectar a unos 300 mil chilenos).
Los otros delitos de robo, aquellos que provienen de las mafias de los carteles de las farmacias, los supermercados, los pollos, el papel, los pasajes de bus, etc, dañan a millones de chilenos en cifras que pueden ser calculadas en millones de pesos per cápita (aunque usted no lo crea).
Se deberían producir decenas de miles de “portonazos” diarios en todo el país solo para alcanzar el rango de lo robado por estas empresas a sus consumidores.
¿Terminarán esos portonazos masivos que afectan a todas las familias chilenas? E ahí una gran duda, pues así como el Congreso en su momento tramitó en tiempo récord la denominada Ley Jumbo, que castigaba el robo hormiga de los mecheros a los supermercados, vemos por el contrario que han pasado décadas de tramitación para una legislación que castigue de verdad a los empresarios delincuentes, ya que hoy solo se les aplican multas simbólicas y ridículas.
Alberto Ortega Jirón
Defensor Regional