El fenómeno de la inclusión ha llegado en la última década a todos los ámbitos, tiempo atrás se hablaba sobre discapacidad o capacidades diferentes, sin embargo, ahora se habla de Inclusión Educativa.
En el ámbito social, se suele escuchar este término cuando se hace referencia a personas con una tendencia sexual distinta a la común de la gente, con alguna discapacidad ya sea sensorial o física, pueblos indígenas, adolescentes embarazadas, o cualquier tipo de persona que pueda ser excluida socialmente. Pero muchos aún no tienen claridad de lo que implica este concepto.
Como inclusión social se entiende el brindar igualdad de oportunidades para todos aquellos que sean susceptibles de ser excluidos en la sociedad. Se concibe como un conjunto de procesos orientados a eliminar o minimizar las barreras que limitan el aprendizaje y la participación social de todos y todas.
Cuando se habla de inclusión, el sujeto directo no sólo es aquella persona que está en alguna condición desfavorable, más bien, toda la sociedad es responsable de generar un ambiente de armonía y bienestar, y para ello es necesario un cambio de mentalidad.
En el ámbito educacional, cuando se habla de este tema, hay que tener claro dos conceptos fundamentales, ellos son, “Barreras y Apoyos”, los cuales confluyen en la medida que los apoyos que brinda el sistema educativo deben estar orientados a la eliminación de las barreras hacia el aprendizaje. Muchas de estas últimas están dadas por el entorno, no sólo físico, sino humano, como también de docentes o profesores que no están preparados para realizar modificaciones teniendo de base los estilos de aprendizaje o las necesidades que presentan los estudiantes.
Otras barreras referidas a la cultura escolar (valores, creencias y actitudes compartidas), son aquellas más difíciles de romper, pues es necesario derribar preceptos que han acompañado a una persona durante toda su vida y que posiblemente han sido transmitidos de generación en generación. Otro tipo más específicas, son aquellas que van orientadas hacia los procesos de enseñanza aprendizaje, tales como las metodologías, evaluaciones, recursos, etc.
Desde esta misma perspectiva, las barreras que tenemos como sociedad son variadas, las principales son aquellas que se refieren a la cultura, que se evidencian en actitudes discriminadoras, cuando no se entiende la situación del otro y al contrario de tener aptitudes conciliadoras o de ayuda, se opta por actuar a la defensiva, conductas que se observan al conducir, al hacer fila en el banco, etc., los ejemplos pueden ser muchos.
El camino por recorrer es amplio en este tema, la sociedad entera debe prepararse para este proceso de inclusión, somos parte de una comunidad que desea vivir en un país mucho mejor, pero es necesario aportar no sólo con un grano de arena, sino con la playa entera, para convertirnos en una sociedad inclusiva, en la que se respeten los derechos de todos y no sólo de algunos, en la que todos seamos conscientes de nuestros deberes, un espacio en el que todos podamos convivir y respetarnos, logrando vivir en armonía, con cosas concretas como el entender que no siempre tengo la razón, que mi vecino, amigo o desconocido también tiene sentimientos y problemas como los tenemos todos.
Sandra Chilangüa
Jefa de Carrera Área Educación
Santo Tomás Rancagua
